Hasta
la hora del ocaso amarillo
Cuántas
veces habré mirado
Al
poderoso tigre de Bengala
Ir
y venir por el predestinado camino
Detrás
de los barrotes de hierro,
Sin
sospechar que eran su cárcel.
Después
vendrían otros tigres,
El
tigre de fuego de Blake;
Después
vendrían otros oros,
El
metal amoroso que era Zeus,
El
anillo que cada nueve noches*
Engendra
nueve anillos y estos, nueve,
Y
no hay un fin.
Con
los años fueron dejándome
Los
otros hermosos colores
Y
ahora sólo me quedan
La
vaga luz, la inextricable sombra
Y
el oro del principio.
Oh
ponientes, oh tigres, oh fulgores
Del
mito y de la épica,
Oh
un oro más precioso, tu cabello
Que
ansían estas manos.
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