¿Nunca
más te inspirará la Tierra,
oh
tú, soñadora solitaria?
Pues
la pasión ya no arde en ti,
¿dejará
de abrazarte la Naturaleza?
Tu
mente no cesa de moverse
por
regiones oscuras.
Detén
su inútil vagabundeo,
regresa
y quédate a mi lado.
Sé
que la brisa de mis montañas
aún
te fascina y te calma.
Sé
que, en medio de tus caprichos,
mi
sol aún te agrada.
Cuando
en el cielo del verano
el
día se funde en la noche,
he
visto tu espíritu inclinarse
en
ferviente idolatría.
Te
he observado cada hora.
Conozco
mi poderoso influjo,
conozco
mi mágico poder
para
alejar tus penas.
Pocos
corazones mortales
languidecen
como el tuyo en la Tierra,
pero
ninguno desea un Cielo
más
parecido a esta Tierra que tú.
Deja
pues que mis alas te acaricien.
Déjame
ser tu camarada.
Pues
nada más puede darte dicha,
regresa
y quédate a mi lado.
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