Murió
de mal aroma.
Rosa
idéntica, exacta.
Subsistió
a su belleza,
Sucumbió
a su fragancia.
No
tuvo nombre: acaso
la
llamarían Rosaura,
O
Rosa-fina, o Rosa
del
amor, o Rosalba;
o
simplemente Rosa,
como
la nombra el agua.
Más
le hubiera valido
ser
siempreviva, Dalia,
pensamiento
con luna
como
un ramo de acacia.
Pero
ella será eterna:
fue
rosa; y eso basta;
Dios
la guarde en su reino
a
la diestra del alba.
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