Tu
alma en mí dejó su fría imagen,
sólo
recuerdo de lo que vivías,
y
si al espejo miro y me reflejo
allí
encuentro tus ojos, tu silencio de cera
con
un reposo de apagado aliento,
como
si descendiendo arenas
o
un tropel de recuerdos
sobre
mi piel, con sosegado paso
hacia
el cristal cayeran.
¿No
caen hojas como frases muertas,
y
mis ojos en ti no fueron rosas
ahogadas
en tu aroma?
Si
al agua miras, mira
mi
corazón ornado de sepulcros
bajo
las olas que lo mueven,
crecido
entre las ruinas de tu nombre,
entre
perderse en muerte o florecer
como
una eterna espera o el lamento
de
un Adán impasible que soñaba
contigo
y tu mentido Paraíso.
Porque
al mirarte contra el agua, miras
mi
pensamiento en tu alma suspendido.
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