Yo
conocí las letras de Alejandro Palomas con “Un perro” la primera novela que leí de este autor, y con esta última, he caído
rendido a sus pies. Quiero leer todo de este escritor.
Con
“Un amor” –Premio Nadal 2018-, volvemos al tiovivo emocional al que nos suele
llevar un autor dotado de una extraordinaria sensibilidad y reencontrarnos con
una familia del que te sientes un miembro más desde la primera página del
libro.
SINOPSIS: En el reducido
universo familiar de Amalia y sus tres hijos, Silvia, Emma y Fer, el engranaje
se mueve al ritmo desacompasado de las emociones. Es una familia típica, y
sobre todo, muy real. Un cosmos cocido al fuego lento de varias entregas que
han atado a miles de lectores. Pero llega un día cumbre en sus vidas. Emma se
va a casar y todos se sumergen en las tareas y los remolinos de organizar la
mejor boda. La noche previa a la ceremonia, una llamada rompe la armonía
familiar. Silvia, Emma, Fer y otros parientes se conjuran para poder celebrar a
la vez el aniversario de Amalia, que coincide inevitablemente con la fecha de
la boda. 24 horas de acelerón emocional que pondrán a prueba a todos y cada uno
y al mismo engranaje familiar.
Un
nuevo ejercicio de virtuosismo emocional. Una literatura que llega por el plexo
y se inocua directamente a los sentimientos. Alejandro Palomas extiende su ya
variada paleta de colores para dotar a sus personajes de los matices, sesgos y
rasgos que los acercan a los lectores y éstos los reconocemos como a propios en
sus particulares universos familiares.
De
la mano del autor os adentrareis en el mundo de Amalia y sus tres hijos: Fer,
Silvia Y Emma. Una familia como tantas que conocemos y, por eso mismo, muy
especial, porque todas las familias son ese territorio donde anida los
sentimientos y crece: se ama, se llora, se perdona, se camina. Palomas narra
los avatares de una familia en la que sobresale casi como una matriarca,
Amalia, una mujer próxima a los ochenta años y que representa la memoria
familiar de los congéneres. Como en
otras novelas anteriores, lo sorprendente se esconde tras lo cotidiano: la boda
de su hija Emma coincide con su cumpleaños y deciden celebrar los dos
acontecimientos pasando un fin de semana en una casa rural. Cuando las piezas
parece que van encajando, un sorprendente acontecimiento descolocará por
completo a la familia, amenazando con destruir la estabilidad que habían
logrado construir. Ante esta situación difícil e imprevista, la matriarca,
volverá a coger el toro por los cuernos.
Me
ha resultado asombro como, una historia en apariencia tan simple, puede
enganchar con tanta facilidad sin que quieras dejar de leer. Y también es de valorar
la cantidad de temas que aborda aunque sea de pasada y sin intención de generar
debate. Es una novela que ensalza la humanidad de las personas, sus valores y sacrificios.
Su humildad. Ese raro pero valioso tesoro que encontramos en aquellos que se
dejan la piel en nosotros.
Es,
en efecto, un altar a la familia, a la diferencia, a los perros, a los
cotidiano, al humor, al miedo a no
encajar y a no ser. Al tocar hasta que duela, a esas risas contagiosas que
hacen que los muertos hablen felices e incluso a las miradas cándidas de
algunos miembros de la familia. A la sabiduría de mujeres que viven en paz
porque saben que la verdad, aunque se calle, es siempre verdad. Todo eso cabe
en una mesa llena de flores de colores y cuencos de cristal. Todo eso y más
cabe en este Premio Nadal 2018.
El
latido que encierra la obra de Alejandro Palomas surge de sus páginas en cuanto
el lector toma de la mano a sus personajes y comprende que, a su lado, no cabe
más que asentir ante la cita que encabeza el libro: “Recuerda que hay que vivir”. De ahí que, la fortaleza de esta novela
es la capacidad del autor para hurgar y desmenuzar el alma humana.
Esta
es la geografía particular que narra Palomas con un lenguaje deliberadamente
cotidiano. El lector lo agradece, quizás porque en realidad todos hemos
conocido, o queremos conocer, a una Amalia a la que temer o admirar. Pero en
este idilio entre lector y autor hay algo más. Desde el comienzo de la narración
caemos en la cuenta de que el vocabulario que maneja Alejandro Palomas no pasa,
no excede, de las palabras que todos empleamos cada día en nuestra
cotidianidad. Es decir, no toma una sola palabra o término que cualquier “hijo
de vecino”, por muy poco culto que se considere, no sea capaz de comprender.
Las
horas de esta familia trascurren ante nosotros narrada con la vitalidad y la
maestría del autor, aunando la fuerza y la dulzura que surge de la espléndida literatura
que el barcelonés arma ante nuestros ojos.
En
sus novelas, bajo capas y capas de ternura, se atisba una dureza de pedernal.
La de la vida. La de los supervivientes.
Nos
habla en esta obra del sentimiento de orfandad, de las familias que se tienen
que reconstruir y superar el dolor; del amor: esos amores –en todos sus
sentidos y vertientes- de la confianza; las consecuencias de la mentira; el
apoyo mutuo; la bondad; el poder contar siempre con alguien; la soledad; la
vejez; la amistad que es fiel a los años… Temas tan corrientes pero que aquí
están tratados con tal calidad humana y tal profundidad que parecen, al mismo
tiempo, excepcionales y cercanos; universales y particulares.
Esta
estructura familiar se mueve entre verdades y mentiras, completas o a medias:
secretos que se deslizan entre uno y otro personaje. Son personajes que buscan
su sitio, un lugar donde los quieran,
donde se les acepte tal y como son. Son, ni más ni menos, que el reflejo de su
autor.
Esta
historia tiene lugar bajo el tamiz de una mirada muy especial, la de Alejandro,
constructor de uno de los personajes más entrañables, que he encontrado,
creados con tinta y papel: Amalia.
En
cuanto a los personajes en “Un amor”,
cada miembro representa una posibilidad. Emma, es la mesura y la infinita
ternura; Silvia, la fuerza y arrebato de sus emociones, un volcán siempre a la
espera de la erupción y Fer, la mirada sensible sobre todo, en especial a su
madre, Amalia.
Además
están la tía Inés y Magalí. La primera da a todo su propio color, es moralista sí,
pero también es el pilar de la familia. La segunda, sin tener vínculo de
sangre, se integra al grupo y termina contado su propia historia.
Los
personajes vuelven a ser grandes, naturales, muy cercanos, potentes, muy
marcados, accesibles, muy humanos. Cada uno de ellos ha evolucionado al igual
que las emociones que nos trasmiten, cada uno a su manera.
Leer
“Un amor” es sumergirse en un huracán
de sentimientos que nos hará reír y llorar pero ante todo disfrutar formando
parte de esta familia tan especial. No puedo más que insistir en que leáis a
este autor que no dejéis pasar la oportunidad de sentir sus historias.
Porque
sus novelas tienen verdad, honestidad, emoción y la sencillez de las vidas
corrientes. Y eso es algo que no siempre es fácil encontrar en literatura.
En
definitiva, un homenaje a la vida y a las pequeñas cosas, sin filtros.
Hola!
ResponderEliminarEste libro lo tengo en casa desde hace tiempo y la verdad es que parece buena lectura, a ver si lo puedo leer pronto.
Besitos :)
Hola Estefania.
EliminarNo se si has leido algunos de los libros de Alejandro Palomas. Es muy peculiar, es el autor, que desde un princio te roba el corazón o no abres un libro suyo nunca. Yo te recomendaría que lo leyeras. Ya me diras.
Besitos!!!
Buen blog. Bella portada y excelente reseña. Saludos
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