miércoles, 10 de febrero de 2021

LA OTRA CARA DEL ESPEJO. Esteban Marchant Mecato.

 

Vaya por delante, mi agradecimiento al autor, por mandarme su segunda novela. La primera “Sin pelos en la lengua” llego a mis manos hace casi un año. Gracias por dejarme formar parte de ese mundo creativo tan íntimo.

La literatura es uno de los mayores entretenimientos que posee el ser humano. La posibilidad de introducirse en infinidad de mundos e historias que, al final, acaban sintiendo como propias, es una sensación tan gratificante como sencilla. Al alcance de cualquiera que tenga a su disposición un buen libro.
 
SINOPSIS:
En, La Otra Cara Del Espejo, Andrés, el protagonista de, Sin Pelos En La Lengua, vuelve para revelarnos sentimientos, emociones, penas y alegrías; así también, frustraciones que muchos gais y lesbianas deben callar por no encontrar a quién aquello que están sintiendo por miedo al rechazo, la discriminación, evitar ser aislados y ser considerados psicológicamente enfermos. Los cuestionamientos que existen en el protagonista de la historia, lo lleva a vivir su día a día, en una búsqueda constante de su identidad real, esa que muchos mal llamados " maricones" pasan sus primeros años de niñez y juventud tratando de encontrar su lugar dentro de la sociedad, una que discrimina y aísla todo lo que no sigue los parámetros impuestos por la heteronorma. Acompañaremos nuevamente al protagonista a recorrer rincones de su cuerpo y alma en un viaje vertiginoso que será ésta vez, más intenso, más íntimo, más erótico, ¡más! Sin pelos en la lengua.
 
 
 
 
 

Tengo debilidad por las historias distintas, las que buscan nuevas rutas y arriesgan  y, mucho más, por esos personajes tan cotidianos que sus existencias, por eso mismo, cuando rozan lo extraordinario,  reaccionan de forma sorprendente.  Abrir una novela de Esteban Marchant Mecato es acceder a esta cotidianeidad excepcional, plasmada de forma distinta en su última novela. Un libro que constituye una delicia para cualquier lector.

”La otra cara del espejo” podría resumirse en el contenido de esta novela: “Parece que la vida empieza sólo el día que nacemos, pero no es verdad. De vez en cuando todo empieza de nuevo”. Una obra cuya sinceridad incomoda a veces, que no elude la autocrítica más cruda y que, gracias a su faceta ensayística, va más allá de la confesión personal.

Y es que de eso trata esta novela, de sencillez, de cotidianeidad, de aprendizaje y de valentía. De valorar las pequeñas cosas, de aprender de lo malo y disfrutar de lo bueno, de mirar hacia dentro y conocerse, aceptarse y sobre todo quererse. Eso es lo más importante.

El tema principal de la novela es la búsqueda del amor (o la cruzada contra la soledad) lo que puede sonar manido o poco interesante, pero —vosotros lo sabéis, yo lo sé y Esteban también lo sabe— el interés no está en la historia sino en cómo se explica y Marchant esgrime una voz muy muy particular para relatar las andanzas de su protagonista: busca el efecto de una oralidad deliberadamente adulterada que nos hace desconfiar continuamente del narrador. Es un canto al amor, a la amistad, al respeto, y a la vida. También lo es al rencor y a otros sentimientos que surgen del amor no correspondido.

Una historia de sentimientos y de amor homosexual. Lo que hace latir estos mundos es, desde luego, el deseo. La fuerza irrefrenable  por conseguir al otro, la seducción y la excitación compartida, la maravillosa locura del goce. El ponerse en riesgo –en según qué circunstancias y ante según qué ojos- por amar a alguien del mismo género. Es este pulso, profundo y hedonista, el que atrapa la curiosidad del lector y envuelve en fascinación la lectura.

Pero el valor de esta novela no consiste para nada en despejar cual es el devenir de esas relaciones. Que eso ya es intrigante, pero no es el nudo central. La fuerza narrativa es devastadora. Comprendemos las reacciones de los personajes; nos damos cuenta de los motivos de sus vaivenes, sus presencias y sus ausencias, porque el escritor os lo transmite con una sinceridad desnuda y deslumbrante. Y desinhibida. Habrá quién se escandalice ante el detallismo escabroso (pero necesario) de esta prosa. Habrá quién, a lo largo de esta lectura, reconocerá las melodías de fondo (frases, situaciones, anécdotas que acaban mostrando todo su sentido) que son ganchos, más aún, para ser absorbidos por la narración.

 

En cuanto al contenido. Con capítulos cortos y una narrativa limpia y sencilla, su prosa fluida y madura, su trama perfectamente encajada hasta el final. Pero que demuestra un amplio conocimiento de los temas que se desarrollan en la novela, el autor, va desgranando unos acontecimientos que impulsan al protagonista a enfrentarse con valentía y determinación a la adversidad y a las trágicas circunstancias que le rodean, en una trama, no exenta de crítica social que engancha desde el conmovedor principio. Para abordar las temáticas más duras y las más cotidianas. No hay que buscar enredos para lo que se explica solo. Pero no es un texto moralista, ni pretende adiestrar a sus lectores más jóvenes.

Con un tono mesurado, templado, sin cargar tintas ni recrearse en lo frívolo o en lo escabroso, hasta las escenas más explícitas –y abundan con minucioso detalle- aparecen  como impregnadas de una sobria objetividad.

Pero más allá de las (muchas) licencias literarias que se puede haber tomado, la narración de Esteban Marchant resulta absolutamente cercana y verosímil. “La otra cara del espejo” es una obra comprometida e inteligente, escrita con una gran delicadeza; no está repleta de párrafos o frases legendarios de esos que uno corre a subrayar si no que está inmersa en una plasticidad serena, colmada de pequeños detalles, en la que las ideas y las sensaciones se van superponiendo —muy pertinentemente— como capas y capas de fina pintura. Obvia su intención de encontrar aquellas descripciones sobre los sentimientos que albergamos dentro de nosotros, a las que hábilmente parece encontrar siempre aquellas palabras que los definen. Incluso, en ocasiones, haciéndolo en exceso. Veamos.

A pesar de los temas tratados os encontraréis ante una novela muy positiva, optimista, un gran canto a la vida, a la amistad, a la solidaridad. Un rayo de luz ante tanta miseria, ante tanto dolor y crueldad.

 

En cuanto a los personajes, en “La otra cara del espejo” encontramos un claro protagonista principal Andrés. Pero la resolución de la novela se basa toda ella en dos personajes: Andrés e Ivón, son dos personajes muy bien construidos, a los que el escritor chileno dota de unos fuertes sentimientos y personalidad, y que a lo largo de la novela os mostrarán una gran evolución. Una evolución que está muy en consonancia con los momentos convulsos en que se encuentra el mundo, con los hechos que les va a tocar vivir y a todo lo que se enfrentan. Y es que su protagonista es un auténtico héroe. Buscan su libertad, deshacerse de las cadenas que les han sido impuestas por circunstancias territoriales, laborales, familiares o de cualquier otra índole. Se trata de la lucha por la individualidad, el poder  de la fuerza de un joven con firmes determinaciones. Todas ellas son protagonistas de una lucha sin miedos.

No os vais a encontrar con un mundo de limitaciones, sino que vais a encontraros con una gran diversidad de personajes que tienen mucho para dar y que no se ven limitados, como cree la sociedad, por su edad.

Construye sus figuras de forma progresiva, haciéndolos evolucionar de una forma coherente y realista aunque manteniendo siempre la esencia del personaje, que será a la que tengais acceso en un primer momento.

He quedado encantado tanto con la forma en que describe las situaciones, como en la  que afronta la personalidad del personaje, otorgándole una voz,  una serie de matices y aristas que provocan que la historia se enriquezca.  Ya que, a través de sus páginas, sufriréis, amaréis, padeceréis y sonreiréis con la vida de una persona que Esteban os lo dibuja con palabras precisas y con la creación de unas escenas que rozan -y superan- la mejor de las descripciones posibles.

En suma, el protagonista estuviera contando sus recuerdos directamente al lector. Los saltos y la manera de hilar un tema con otro están cargados de la naturalidad que suelen contener este tipo de discursos por parte de las personas mayores.

 

Es, por tanto, “La otra cara del espejo” una realidad discreta, oculta, lista para ser desvelada para quien se asome a sus páginas. 

1 comentario:

  1. Mi más grande admiración por tus hermosas palabras y descripción tan profesional sobre mi trabajo.

    Un abrazote desde
    Buin, Santiago de Chile

    Atte.

    Esteban Marchant

    ResponderEliminar