La novela está llena de matices y es muy atrayente. El hospital de la Salpêtrière, era símbolo de la opresión de la mujer en el siglo XIX. Aunque es una novela llena de mujeres maravillosas, pero con vidas muy duras y situaciones incomprensibles, somos testigos de cómo en este lugar parece detenerse el tiempo.
Me ha gustado el estilo narrativo, para mí ha sido un libro estremecedor, Con un ritmo pausado, la autora os introducirá en la medicina puntera de la época en cuanto a psiquiatría y neurología; además, os hará un fresco del papel de la mujer en la sociedad parisina de finales del S. XIX. Me ha cautivado por la trama y lo descriptivo de la sociedad de la época, pero también por la pluma de la autora, delicada y cuidada.
Victoria Mas es una narradora excelente, que lograra haceros llorar y reír en una misma historia. Esta sensación aparentemente contradictoria la genera en esta novela, escrita con muchísimo corazón y como un homenaje hacia las locas.
Contada desde la desnudez de sentimientos, con un lenguaje cercano y cálido, logra un difícil equilibrio entre el reproche y el afecto para recordarnos que somos, la mayoría de las veces, lo que nos ha tocado vivir.
Un libro magistral, difícil, fácil, elocuente, complejo, admirable en su simpleza enfurecida, contradictoriamente elemental y sabio, enorme, de reducidas facetas, tierno y sombrío: todo eso es para mí “El baile de las locas”.
Aunque encierra un plantel de personajes complejos, en la novela, os habla de personas casi rotas o totalmente destrozadas. En esa época el hablar de violaciones y otras cosas relevantes y vulnerables era algo inconcebible y algo casi prohibido.
Victoria no elige a las protagonistas al azar, lo hace sabiendo lo que hace. Para incentivar los sentimientos y la empatía del lector, la autora teje la trama adentrándose en la vida de tres mujeres.
Louise, una noven de 16 años que ya lleva tres años ingresada, sufre frecuentes convulsiones y poco a poco, os enteraréis cómo acabó en la Salpêtrière y cuáles son sus ilusiones de libertad. Eugénie, una joven inteligente, hija de un prestigioso notario que oculta un secreto y al descubrirse, su padre decide ingresarla para que no manche el apellido familiar, La protagonista principal no se resigna a vivir encerrada de por vida y luchará por su libertad. Y Geneviève, superiora jefe del hospital que ha dedicado toda su vida a la medicina y adora a Charcot, descubrirá que su férrea decisión de no involucrarse personalmente con ninguna interna se verá, a medida que avanza la novela, resquebrajando. Cada una de ellas verá eclipsarse sus sueños, deseos y aspiraciones a causa de una figura masculina dominante. Serán aisladas, apartadas de su entorno, y sus opiniones serán ignoradas. Serán unas víctimas más de un tiempo cruel. La crueldad del destino, singularizada en vidas contemporáneas y realistas que agonizan en su paso por el mundo. Los personajes de estos relatos comparten la necesidad de abrir su corazón a alguien, de expresarse, de contar sus penas, preocupaciones y temores.
Aunque, como comentaba antes, el ritmo narrativo es pausado, al conocer a estas tres mujeres, vas teniendo una sensación de urgencia en la lectura por saber qué es lo que pasará al final, el desenlace , un tanto previsible, ha estado a la altura de la trama y el epílogo con el que culmina la novela emociona.
En un ejercicio de distanciamiento, perdón, investigación y descubrimiento, la escritora francesa muestra de forma valiente y verdadera a esos personajes tan cercanos en sangre pero tan alejados en todo lo demás como pueden llegar a ser los enfermos mentales.
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