Hay libros que cierras pensando cuándo será la siguiente cita porque sabes que no faltarás y eso es justo lo que ocurre con Bevilacqua y Chamorro, que ya estoy deseando volver a reencontrarme con ellos.
SINOPSIS: Un varón de mediana edad
aparece desnudo y brutalmente asesinado en una solitaria playa de Formentera.
Según varios testimonios recogidos por la Guardia Civil de las islas, en los
días previos se lo había visto en compañía de distintos jóvenes en locales de
ambiente gay de Ibiza. Cuando sus jefes llaman a Bevilacqua para que se ocupe
de la investigación y lo informan de la peculiaridad del muerto, un ciudadano
vasco condenado en su día por colaboración con ETA, el subteniente comprenderá
que no es un caso más.
Para
tratar de esclarecer el crimen, y después de indagar sobre el terreno,
Bevilacqua tendrá que trasladarse con su equipo a Guipúzcoa, el lugar de
residencia del difunto, a una zona que conoce bien por su implicación casi
treinta años atrás en la lucha antiterrorista.
Allí
deberá vencer la desconfianza del entorno de la víctima y, sobre todo, lidiar
con sus propios fantasmas del pasado, con lo que hizo y lo que dejó de hacer en
una «guerra» entre conciudadanos, como la que veinticinco siglos atrás hubo en
Corcira —hoy Corfú— y que Tucídides
describió en toda su crudeza. Esos fantasmas lo conducirán a una incómoda
pregunta que como ser humano y como investigador criminal le concierne
inexcusablemente: ¿en qué medida nos conforma aquello contra lo que luchamos?
El
regreso a un lugar que marcó una época de la vida es un tópico recurrente en el
género novelístico y suele tener un cariz de ajuste de cuentas con el pasado
del personaje.
La
nueva novela de Lorenzo Silva se interna en este subgénero, aunque “El mal de corcira” no es propiamente un
relato sobre el terrorismo etarra. Su núcleo narrativo es otro y cuenta con
entidad propia. La función narrativa de la lucha contra el terrorismo es
proporcionar las claves que permitan la resolución de un crimen que sucede en
el momento actual y en un espacio reconocible.
¿Hablamos
de memoria? No estrictamente, hablamos de dos tramas muy bien imbricadas, y que
una dará entrada a la otra. La novela comienza con la aparición de un hombre
vasco asesinado en la playa. El inspector Vila es el encargado de investigar
esa muerte y las primeras pesquisas llevan a locales de ambiente gay de Ibiza,
pero el hecho de que el hombre asesinado fue condenado en su día por
colaboración con ETA llevará la investigación por otros derroteros. Ese hecho
hace que Belvilacqua se traslade con su equipo a Guipúzcoa, y precisamente eso
da lugar, en la novela, a ese segundo plano temporal en el que el escritor os
va narrado la implicación del subteniente en la lucha antiterrorista.
Una
gran lectura en la que Lorenzo Silva alterna la narración de la investigación en
el presente, con capítulos que vuelven al pasado para veros inmersos en una
lucha que duro años y que asoló el país con demasiadas víctimas.
Ingrediente
destacado es el tratamiento de la homosexualidad en el entorno de la izquierda
abertzale de ETA. Se convierte en todo
un tratado acerca del mal y de la guerra. “El
mal de corcina”, trata de hombres que eligen la muerte, aun lado y a otro
de la línea que separa lo legal de lo ilegal, la justicia del vulgar asesinato.
En
mitad de esos vaivenes, que le traen recuerdos, hay reflexiones, claro, sobre
la justicia, la verdad, los años, la familia, la soledad, la amistad y quién
sabe sobre algo más. Un auténtico ensayo sobre unos tiempos muy convulsos en el
que el autor os deja su opinión, sus sentimientos, sus emociones respecto a un
tema que no puede dejar indiferente, el terrorismo de ETA.
Se
nota el gran trabajo de investigación que ha realizado Lorenzo por esa manera
que ha tenido de profundizar, haciéndonos volver al pasado y recordar esa época
tan dura que vivimos, donde los atentados y los asesinatos formaban parte de la
vida cotidiana de este país. Y aunque lamentablemente sea duro, es nuestra
historia y, a pesar que la banda anuncio el alto el fuego, ha dejado una huella
marcada para toda la vida.
“El mal de corcira” es la nueva novela
de la saga Vila y Chamorro. A diferencia de las anteriores incluye dos
historias que se complementan: la investigación del crimen y el pasado de Vila
como miembro activo de la lucha antiterrorista en el País Vasco.
Estáis
ante la novela más humana de la colección porque su protagonista no tiene
secretos con los lectores, el autor es conocedor de que deseamos ser sus
cómplices y juega muy bien sus cartas.
Está
ambientada, por tanto, oscilando entre Ibiza y Formentera en el presente, Guipúzcoa en los años 80, especial y
temporalmente hablando. La novela pivota en el tiempo a intervalos entre
presente y pasado pero me interesa ante todo el debate interior de Bevilaqua
sobre el infame universo de los gudaris –como se denominan los miembros de la
organización-. Con su personaje principal Silva trata de explicar o al menos
entender los perversos argumentos de los que se valía la filosofía etarra para
justificar atrocidades, mientras analiza las dudas de los que están dentro:
entre quienes se aferraban ciegos a una ideología y los que empezaban a
reconocer el fracaso de la lucha armada.
Lorenzo
Silva narra el conflicto vasco desde un punto de vista poco explotado hasta la
fecha: el de la guardia civil. Un cuerpo que, pese a ciertos errores al
comienzo del enfrentamiento, logró forjar una red de agentes especialmente
preparados e infiltrados que, con la ayuda de la gendarmería francesa, fueron
minando las convicciones de aquellos que se nombraron a sí mismos adalides de
la libertad del pueblo vasco, pero que no dudaban en apretar el gatillo a sus
compatriotas si no seguían sus directrices.
Para
no saltarme nada, diré que la trama negra de la novela es correcta. No estáis
ante una investigación frenética, de ante mano todo se resolverá al final como
siempre ocurre, siguiendo su propio
ritmo, que en este caso alterna escenas del pasado del investigador que pudo
haber vivido también el asesinado, con escenarios en el presente que acercan al
lector al desenlace final de la trama.
A
pesar de que la trama puede parecer densa por el tema que trata y la
investigación se desarrolla de forma más o menos pausada, la historia es
recomendable y atractiva de leer, porque abundan los diálogos.
El
engranaje de la trama está muy bien engarzado y no suponen una pérdida de ritmo
en el desarrollo de la novela. Puede pasarte como a mí, que te interese mucho
más el pasado que el presente, pero eso
no impedirá que te quedes enganchado a la novela en todo momento.
Además
de buenas historias, os obsequia con una narrativa salpicada de fina ironía que
os arranca una sonrisa. Escritura trabajada pero sencilla aunque se adentre en
profundidades y preguntas complejas. La novela que entrega el autor madrileño
es una verdadera pieza maestra, escrita no con pluma, sino, antes bien, a base
de encaje de bolillos y mucha paciencia. Su estructura es bien compleja al
mezclar, con habilidad, como un maestro en la materia, tiempos y espacios
diferentes que van a converger en un mismo punto. Y aún más, hemos de agradecer
que, sea cual sea el marco que elija para situar la acción, siempre hace gala
de un conocimiento profundo del ambiente,
del lugar, del contexto social y político donde suceden los hechos.
Tengo
que hacer mención especial a los diálogos de esta entrega son fluidos e
irónicos.
El
resultado no es otro que una valiente y apasionada novela es la que no sobra ni
una sola de sus páginas, en la que Silva se ha tenido que esforzar al máximo
para que no quede ningún cabo suelto, logrando así un producto de bella factura
por el lenguaje empleado, por las descripciones hermosas y por los diálogos
vivos y sorprendentes que nos regala.
Lo
ha demostrado en cada novela, que satisfecho con los resultados y la
rentabilidad de su oficio, no hace otra cosa que pintar el mismo cuadro. En
cada novela de la serie, Silva trata de rizar el rizo, aporta una cuestión que
interese al lector y que, ya de paso, no le aburra a él mismo.
Intenta,
pues, dar una vuelta de tuerca, para ello os ira variando el escenario, de
situaciones, incluso de lenguaje y de ambiente. Y lo que es mucho más valioso
para la serie: hace que sus dos protagonistas, Bevilaqua y Chamorro, vayan
cumplido años. Lo que viene a significar un cambio de estrategias en sus
respectivas existencias, nuevos gustos y nuevos horizontes.
En
esta novela no podría ser diferente, volveréis a reencontraros con los añorados
personajes. Y es en esta novela donde acaba de perfilar el carisma y el
carácter del protagonista. A lo largo de la novela va rememorando,
alternativamente con la acción principal, el pasado del subteniente de la
Guardia Civil, que lo sitúa en la lucha contra ETA en los primeros años de la
democracia. Concretamente, en esta última novela de la saga, aparece más lobo
solitario, meditabundo, y bastante reflexivo.
Me
complace que sea un gran lector, que no caiga en la contemporaneidad literaria
sino que recurra a los clásicos o a los ensayos para encontrar las respuestas
que busca. Y siempre, con esa mirada crítica sobre la humanidad del mundo.
En
cuanto a Chamorro, el hecho de que se pase media novela en el hospital, quizás
ha impedido ese reencuentro tan esperado. En realidad, creo que Vila no podía
tener una mejor compañera. Es otra alma solitaria, más joven pero igualmente
volcada en su trabajo. Entre ambos hay una conexión que ni siquiera necesita
palabras para sustentarse. Con una mirada les basta. Esa fluidez de los
personajes, atrapa al lector y lo convierte en cómplice.
A
mí, todas las novelas de la saga, con esta pareja, me han parecido verosímiles
y completas. Tiene su intriga, su parte culta, su banda sonora, sus toques de
atención al lenguaje, y sus diálogos naturales y certeros.
En
definitiva, el escritor regala cultura por boca de los personajes que pueblan
sus novelas, sin escatimar en citas y comentarios que enriquecen la narración.
Quizás
“El mar de corcira” sea la novela más
profunda y comprometida de Lorenzo Silva de todos los libros de la serie.
Una
novela que no defraudará a los seguidores, pero que, por sus singulares
características es muy adecuada para aquellos que nunca han leído nada de estos
dos policías.
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