lunes, 24 de mayo de 2021

EL MAL DE CORCIRA. Lorenzo Silva.

Hay libros que cierras pensando cuándo será la siguiente cita porque sabes que no faltarás y eso es justo lo que ocurre con Bevilacqua y Chamorro, que ya estoy deseando volver a reencontrarme con ellos.

 
SINOPSIS: Un varón de mediana edad aparece desnudo y brutalmente asesinado en una solitaria playa de Formentera. Según varios testimonios recogidos por la Guardia Civil de las islas, en los días previos se lo había visto en compañía de distintos jóvenes en locales de ambiente gay de Ibiza. Cuando sus jefes llaman a Bevilacqua para que se ocupe de la investigación y lo informan de la peculiaridad del muerto, un ciudadano vasco condenado en su día por colaboración con ETA, el subteniente comprenderá que no es un caso más.
Para tratar de esclarecer el crimen, y después de indagar sobre el terreno, Bevilacqua tendrá que trasladarse con su equipo a Guipúzcoa, el lugar de residencia del difunto, a una zona que conoce bien por su implicación casi treinta años atrás en la lucha antiterrorista.
Allí deberá vencer la desconfianza del entorno de la víctima y, sobre todo, lidiar con sus propios fantasmas del pasado, con lo que hizo y lo que dejó de hacer en una «guerra» entre conciudadanos, como la que veinticinco siglos atrás hubo en Corcira  —hoy Corfú— y que Tucídides describió en toda su crudeza. Esos fantasmas lo conducirán a una incómoda pregunta que como ser humano y como investigador criminal le concierne inexcusablemente: ¿en qué medida nos conforma aquello contra lo que luchamos?
 
El regreso a un lugar que marcó una época de la vida es un tópico recurrente en el género novelístico y suele tener un cariz de ajuste de cuentas con el pasado del personaje.
La nueva novela de Lorenzo Silva se interna en este subgénero, aunque “El mal de corcira” no es propiamente un relato sobre el terrorismo etarra. Su núcleo narrativo es otro y cuenta con entidad propia. La función narrativa de la lucha contra el terrorismo es proporcionar las claves que permitan la resolución de un crimen que sucede en el momento actual y en un espacio reconocible.
¿Hablamos de memoria? No estrictamente, hablamos de dos tramas muy bien imbricadas, y que una dará entrada a la otra. La novela comienza con la aparición de un hombre vasco asesinado en la playa. El inspector Vila es el encargado de investigar esa muerte y las primeras pesquisas llevan a locales de ambiente gay de Ibiza, pero el hecho de que el hombre asesinado fue condenado en su día por colaboración con ETA llevará la investigación por otros derroteros. Ese hecho hace que Belvilacqua se traslade con su equipo a Guipúzcoa, y precisamente eso da lugar, en la novela, a ese segundo plano temporal en el que el escritor os va narrado la implicación del subteniente en la lucha antiterrorista.
Una gran lectura en la que Lorenzo Silva alterna la narración de la investigación en el presente, con capítulos que vuelven al pasado para veros inmersos en una lucha que duro años y que asoló el país con demasiadas víctimas.
Ingrediente destacado es el tratamiento de la homosexualidad en el entorno de la izquierda abertzale de ETA.  Se convierte en todo un tratado acerca del mal y de la guerra. “El mal de corcina”, trata de hombres que eligen la muerte, aun lado y a otro de la línea que separa lo legal de lo ilegal, la justicia del vulgar asesinato.
En mitad de esos vaivenes, que le traen recuerdos, hay reflexiones, claro, sobre la justicia, la verdad, los años, la familia, la soledad, la amistad y quién sabe sobre algo más. Un auténtico ensayo sobre unos tiempos muy convulsos en el que el autor os deja su opinión, sus sentimientos, sus emociones respecto a un tema que no puede dejar indiferente, el terrorismo de ETA.
Se nota el gran trabajo de investigación que ha realizado Lorenzo por esa manera que ha tenido de profundizar, haciéndonos volver al pasado y recordar esa época tan dura que vivimos, donde los atentados y los asesinatos formaban parte de la vida cotidiana de este país. Y aunque lamentablemente sea duro, es nuestra historia y, a pesar que la banda anuncio el alto el fuego, ha dejado una huella marcada para toda la vida.
 
“El mal de corcira” es la nueva novela de la saga Vila y Chamorro. A diferencia de las anteriores incluye dos historias que se complementan: la investigación del crimen y el pasado de Vila como miembro activo de la lucha antiterrorista en el País Vasco.
Estáis ante la novela más humana de la colección porque su protagonista no tiene secretos con los lectores, el autor es conocedor de que deseamos ser sus cómplices y juega muy bien sus cartas.
Está ambientada, por tanto, oscilando entre Ibiza y Formentera en el presente,  Guipúzcoa en los años 80, especial y temporalmente hablando. La novela pivota en el tiempo a intervalos entre presente y pasado pero me interesa ante todo el debate interior de Bevilaqua sobre el infame universo de los gudaris –como se denominan los miembros de la organización-. Con su personaje principal Silva trata de explicar o al menos entender los perversos argumentos de los que se valía la filosofía etarra para justificar atrocidades, mientras analiza las dudas de los que están dentro: entre quienes se aferraban ciegos a una ideología y los que empezaban a reconocer el fracaso de la lucha armada.
Lorenzo Silva narra el conflicto vasco desde un punto de vista poco explotado hasta la fecha: el de la guardia civil. Un cuerpo que, pese a ciertos errores al comienzo del enfrentamiento, logró forjar una red de agentes especialmente preparados e infiltrados que, con la ayuda de la gendarmería francesa, fueron minando las convicciones de aquellos que se nombraron a sí mismos adalides de la libertad del pueblo vasco, pero que no dudaban en apretar el gatillo a sus compatriotas si no seguían sus directrices.
Para no saltarme nada, diré que la trama negra de la novela es correcta. No estáis ante una investigación frenética, de ante mano todo se resolverá al final como siempre ocurre, siguiendo su  propio ritmo, que en este caso alterna escenas del pasado del investigador que pudo haber vivido también el asesinado, con escenarios en el presente que acercan al lector al desenlace final de la trama.
A pesar de que la trama puede parecer densa por el tema que trata y la investigación se desarrolla de forma más o menos pausada, la historia es recomendable y atractiva de leer, porque abundan los diálogos.
El engranaje de la trama está muy bien engarzado y no suponen una pérdida de ritmo en el desarrollo de la novela. Puede pasarte como a mí, que te interese mucho más  el pasado que el presente, pero eso no impedirá que te quedes enganchado a la novela en todo momento.
Además de buenas historias, os obsequia con una narrativa salpicada de fina ironía que os arranca una sonrisa. Escritura trabajada pero sencilla aunque se adentre en profundidades y preguntas complejas. La novela que entrega el autor madrileño es una verdadera pieza maestra, escrita no con pluma, sino, antes bien, a base de encaje de bolillos y mucha paciencia. Su estructura es bien compleja al mezclar, con habilidad, como un maestro en la materia, tiempos y espacios diferentes que van a converger en un mismo punto. Y aún más, hemos de agradecer que, sea cual sea el marco que elija para situar la acción, siempre hace gala de un conocimiento profundo del ambiente,  del lugar, del contexto social y político donde suceden los hechos.
Tengo que hacer mención especial a los diálogos de esta entrega son fluidos e irónicos.
El resultado no es otro que una valiente y apasionada novela es la que no sobra ni una sola de sus páginas, en la que Silva se ha tenido que esforzar al máximo para que no quede ningún cabo suelto, logrando así un producto de bella factura por el lenguaje empleado, por las descripciones hermosas y por los diálogos vivos y sorprendentes que nos regala.
 
En la que es la décima novela de la serie. En las sagas es mejor leer los libros en orden, porque si bien pueden leerse de forma independiente, y este sería el caso del libro que hoy nos acompaña, los personajes principales evolucionan, y en el caso de estos protagonistas, poco a poco vamos conociendo datos de su vida que nos ayudan a conocer mejor su evolución a lo largo de las distintas entregas.
Lo ha demostrado en cada novela, que satisfecho con los resultados y la rentabilidad de su oficio, no hace otra cosa que pintar el mismo cuadro. En cada novela de la serie, Silva trata de rizar el rizo, aporta una cuestión que interese al lector y que, ya de paso, no le aburra a él mismo.
Intenta, pues, dar una vuelta de tuerca, para ello os ira variando el escenario, de situaciones, incluso de lenguaje y de ambiente. Y lo que es mucho más valioso para la serie: hace que sus dos protagonistas, Bevilaqua y Chamorro, vayan cumplido años. Lo que viene a significar un cambio de estrategias en sus respectivas existencias, nuevos gustos y nuevos horizontes.
En esta novela no podría ser diferente, volveréis a reencontraros con los añorados personajes. Y es en esta novela donde acaba de perfilar el carisma y el carácter del protagonista. A lo largo de la novela va rememorando, alternativamente con la acción principal, el pasado del subteniente de la Guardia Civil, que lo sitúa en la lucha contra ETA en los primeros años de la democracia. Concretamente, en esta última novela de la saga, aparece más lobo solitario, meditabundo, y bastante reflexivo.
Me complace que sea un gran lector, que no caiga en la contemporaneidad literaria sino que recurra a los clásicos o a los ensayos para encontrar las respuestas que busca. Y siempre, con esa mirada crítica sobre la humanidad del mundo.
En cuanto a Chamorro, el hecho de que se pase media novela en el hospital, quizás ha impedido ese reencuentro tan esperado. En realidad, creo que Vila no podía tener una mejor compañera. Es otra alma solitaria, más joven pero igualmente volcada en su trabajo. Entre ambos hay una conexión que ni siquiera necesita palabras para sustentarse. Con una mirada les basta. Esa fluidez de los personajes, atrapa al lector y lo convierte en cómplice.
A mí, todas las novelas de la saga, con esta pareja, me han parecido verosímiles y completas. Tiene su intriga, su parte culta, su banda sonora, sus toques de atención al lenguaje, y sus diálogos naturales y certeros.
En definitiva, el escritor regala cultura por boca de los personajes que pueblan sus novelas, sin escatimar en citas y comentarios que enriquecen la narración.
 
Quizás “El mar de corcira” sea la novela más profunda y comprometida de Lorenzo Silva de todos los libros de la serie.
Una novela que no defraudará a los seguidores, pero que, por sus singulares características es muy adecuada para aquellos que nunca han leído nada de estos dos policías.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario