Te vi llorar... Las lágrimas ardientes
brotaron de tus ojos de turquesa
como dos gotas claras de rocio
que temblaran sobre unas violetas.
Te vi reir... El brillo del zafiro
junto a tu esplendor quedó en tinieblas;
apagada ceniza junto al fuego
de tu altiva mirada de princesa.
Lo mismo que las nubes en el cielo
-tonos profundos, suaves y dorados-
no pueden ser barridas por las sombras
que oscurecen al sol en el ocaso,
así tu risa alegre y placentera
-dicha inocente y pura para el alma-
como la luz del sol, deja una estela
de dulce claridad por donde pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario