Desde
que hace dos años llegará a las librerías “Reina roja” y después “Loba negra” los
primeros libros de la trilogía Scott Gutiérrez sólo han dado alegrías a su
autor, y también a los lectores, y éxitos de la crítica.
SINOPSIS: Espero que no te
hayas olvidado de mí. ¿Jugamos?
Cuando
Antonia Scott recibe este mensaje, sabe muy bien quién se lo envía. También
sabe que ese juego es casi imposible de ganar. Pero a Antonia no le gusta
perder.
Después
de todo este tiempo huyendo, la realidad ha acabado alcanzándola. Antonia es
cinturón negro en mentirse a sí misma, pero ahora tiene claro que si pierde
esta batalla, las habrá perdido todas.
La
reina es la figura más poderosa del tablero -dice el Rey Blanco-. Pero por
poderosa que sea una pieza de ajedrez, nunca debe olvidar que hay una mano que
la mueve.
Eso
ya lo veremos-, responde Antonia.
EL
FINAL ES SOLO EL PRINCIPIO.
En
“Rey blanco” hacer una reseña sin
cagarla es difícil. Porque a poco que se diga se puede destrozar ese enigmático
devenir de los hechos, concatenados con la maestría de un narrador hecho
orfebre de lo oscuro.
Al
ser este un tercer libro de trilogía, además de ser un título en el que la
trama sorprende y engancha, creo que lo mejor que puedo hacer en este punto es
no decir nada acerca de la misma, sobre todo porque el lector merece quedarse
con esa escueta sinopsis y dejarse sorprender por sus páginas, porque sorprende
y mucho.
Con
“Rey blanco” se llega a lo que parece
el final de una trilogía que nos ha mantenido en vilo durante tres años, que
nos ha permitido conocer a un dúo de protagonistas que se quedarán con nosotros
para siempre, pues Antonia Scott y Jon Gutiérrez tienen un magnetismo que no
siempre se encuentra en los personajes de las novelas. Siendo completamente diferentes, se complementan
a la perfección, y hacen cómplices a los
lectores de esa relación tan especial que establecen.
En
esta última entrega seréis testigos de la culminación de una historia que
comenzó en “Reina roja”; veréis cómo
tanto Antonia cómo Jon deben afrontar aquello que ha estado latente desde el
principio, cómo deberán ser ellos los que arreglen los errores cometidos en el
pasado por otros, que actuaron sin medir las consecuencias de sus actos. El mal
quiere jugar con ellos y para eso les pone al borde de sus límites.
Mientras
“Reina Roja” y “Rey Blanco”, son trama policial y pura acción, “Loba Negra” es
diferente. Esta segunda entrega fue solo un desvío de la trama. Un desvío imprescindible
pero enriquecedor. Le sirvió al autor madrileño para esculpir a los
protagonistas de la trilogía. Para mostrar al lector con más profundidad la
naturaleza de su relación. Aquí el caso que investigan los protagonistas es lo
de menos. Lo que atrae de la novela son sus personajes.
Además,
es una novela muy cinematográfica, muy visual, y podéis seguir la lectura como
si estuvieseis viendo una película sentados en un cine.
Final
apoteósico para una trilogía que ha sido pura adrenalina desde el comienzo. El
final impreso, porque su historia continúa desarrollándose en la mente del
autor. Por el momento, ambos se despiden, no sin dejar abierta la puerta de
casa de Scott, donde puede que algún día vuelvan a encontrarse.
Una
trama estudiada al milímetro, para que todo encaje en su lugar a la perfección;
pero no solo en “Rey blanco”, también
con las tramas de sus predecesoras.
No
se le puede negar al autor la capacidad para imprimir ritmo a la trama, sea
cual sea esta, y para crear situaciones extremas desde las primeras páginas
consiguiendo atrapar al lector en la lectura. Si buscáis acción a raudales esta
es vuestra novela, junto a Antonia y Jon el lector va a correr de un lado para
otro a ritmo de cronómetro porque en esta trama, más que nunca, el tiempo
cuenta y, aunque el escritor abusa un poco del efecto cuenta atrás, lo cierto
es que cumple su cometido y hace que incluso los abundantes lugares comunes que
encontramos rebosen tensión.
Tensión
que no deja de crecer mientras avanzamos hacia un desenlace que se presenta
complicado, demasiadas piezas que encajar y muy variadas, tanto que os confieso
que miedo me estaba dando llegar al final y encontrarme con alguna vuelta de
tuerca poco creíble, pero no, lo cierto es que el giro final de los
acontecimientos es tan espectacular como coherente y Gómez-Jurado consigue que
todas esas piezas terminan formando el engranaje perfecto.
Con
unas descripciones certeras y que permiten entrar de lleno en cada uno de los
escenarios en los que ocurren las acciones, y unos diálogos ágiles, en
ocasiones cargados de un humor inteligente y muy bien llevados por el autor, os
encontraréis con unas escenas cargadas de visibilidad, con las que entrar de
lleno en la novela, disfrutando cada una de sus páginas, cargadas de giros
inesperados pero necesarios para llegar a un final que, como he comentado
antes, solo espero que sea un punto y seguido para estos personajes.
La
forma en la que Juan Gómez- Jurado plantea sus novelas es muy inteligente, sabe
darte las pistas justas para que pienses que sabes por dónde va a ir la
historia, pero al mismo tiempo no para de sorprenderte, aunque en ningún
momento tengas la sensación de que te ha engañado, al contrario, sabes que todo
ha estado ahí, haciéndote señales de alguna manera, pero escondido de forma tan
inteligente que solo al final han cuadrado todas las piezas.
Además de una
trama sólida y estimulante, son los personajes principales los que dan vida a
esta novela. En la que va a llevar al límite a sus protagonistas y a los
lectores. Unos personajes carismáticos y que formaban un tándem perfecto. Poco a poco ambos irán formando un binomio que irá más allá
de lo laboral se convertirán en dos amigos-compañeros que se entienden con solo
mirarse. Unos personajes que saben lo que quieren, lo que deben hacer y por qué
y que te lo transmiten sin necesidad de capítulos de eternas reflexiones.
Los personajes
están bien trazados y los conocemos todavía en más profundidad. Aquí tenemos
más fondo y detalles sobre ambos.
Jon Gutiérrez
sigue siendo el policía entrañable de antes, aunque su buen humor y paciencia
se ven un tanto mermadas. Y su sarcasmo resulta más ácido que hasta ahora.
Lógico, ya que lleva la amenaza de la muerte tan encima que en todo momento
cree oír su propia cuenta atrás.
Antonia Scott
también mantiene sus altas capacidades y su competitividad, características
inherentes a su personalidad. Sin embargo, observamos una alteración importante
en sus emociones: las tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones. Y es que
el tiempo, corto pero intenso, que ha pasado con Jon desde que ambos se
conocieron ha permitido un trasfondo de su identidad verdadera y profunda.
Sí veo, y eso
no se le puede negar, puro entretenimiento. Pero lo más importante de esta
trilogía es que me ha hecho descubrir a Juan Gómez-Jurado, un autor al que había
leído muy poco con anterioridad y del que tengo claro que leeré todo lo que
publique, porque nos demuestra que no hay que irse al mercado estadounidense
para tener grandes thrillers en nuestro país, porque hay autores que tienen
talento de sobra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario