lunes, 10 de mayo de 2021

REY BLANCO. Juan Gómez-Jurado.

Desde que hace dos años llegará a las librerías “Reina roja” y después “Loba negra” los primeros libros de la trilogía Scott Gutiérrez sólo han dado alegrías a su autor, y también a los lectores, y éxitos de la crítica.

 
SINOPSIS:
Espero que no te hayas olvidado de mí. ¿Jugamos?
Cuando Antonia Scott recibe este mensaje, sabe muy bien quién se lo envía. También sabe que ese juego es casi imposible de ganar. Pero a Antonia no le gusta perder.
Después de todo este tiempo huyendo, la realidad ha acabado alcanzándola. Antonia es cinturón negro en mentirse a sí misma, pero ahora tiene claro que si pierde esta batalla, las habrá perdido todas.
La reina es la figura más poderosa del tablero -dice el Rey Blanco-. Pero por poderosa que sea una pieza de ajedrez, nunca debe olvidar que hay una mano que la mueve.
Eso ya lo veremos-, responde Antonia.
EL FINAL ES SOLO EL PRINCIPIO.
 
 
 
 
En “Rey blanco” hacer una reseña sin cagarla es difícil. Porque a poco que se diga se puede destrozar ese enigmático devenir de los hechos, concatenados con la maestría de un narrador hecho orfebre de lo oscuro.
Al ser este un tercer libro de trilogía, además de ser un título en el que la trama sorprende y engancha, creo que lo mejor que puedo hacer en este punto es no decir nada acerca de la misma, sobre todo porque el lector merece quedarse con esa escueta sinopsis y dejarse sorprender por sus páginas, porque sorprende y mucho.
Con “Rey blanco” se llega a lo que parece el final de una trilogía que nos ha mantenido en vilo durante tres años, que nos ha permitido conocer a un dúo de protagonistas que se quedarán con nosotros para siempre, pues Antonia Scott y Jon Gutiérrez tienen un magnetismo que no siempre se encuentra en los personajes de las novelas.  Siendo completamente diferentes, se complementan a la perfección, y  hacen cómplices a los lectores de esa relación tan especial que establecen.
En esta última entrega seréis testigos de la culminación de una historia que comenzó en “Reina roja”; veréis cómo tanto Antonia cómo Jon deben afrontar aquello que ha estado latente desde el principio, cómo deberán ser ellos los que arreglen los errores cometidos en el pasado por otros, que actuaron sin medir las consecuencias de sus actos. El mal quiere jugar con ellos y para eso les pone al borde de sus límites.
Mientras “Reina Roja” y “Rey Blanco”, son trama policial y pura acción, “Loba Negra” es diferente. Esta segunda entrega fue solo un desvío de la trama. Un desvío imprescindible pero enriquecedor. Le sirvió al autor madrileño para esculpir a los protagonistas de la trilogía. Para mostrar al lector con más profundidad la naturaleza de su relación. Aquí el caso que investigan los protagonistas es lo de menos. Lo que atrae de la novela son sus personajes.
Además, es una novela muy cinematográfica, muy visual, y podéis seguir la lectura como si estuvieseis viendo una película sentados en un cine.
Final apoteósico para una trilogía que ha sido pura adrenalina desde el comienzo. El final impreso, porque su historia continúa desarrollándose en la mente del autor. Por el momento, ambos se despiden, no sin dejar abierta la puerta de casa de Scott, donde puede que algún día vuelvan a encontrarse.
 
Una trama estudiada al milímetro, para que todo encaje en su lugar a la perfección; pero no solo en “Rey blanco”, también con las tramas de sus predecesoras.
No se le puede negar al autor la capacidad para imprimir ritmo a la trama, sea cual sea esta, y para crear situaciones extremas desde las primeras páginas consiguiendo atrapar al lector en la lectura. Si buscáis acción a raudales esta es vuestra novela, junto a Antonia y Jon el lector va a correr de un lado para otro a ritmo de cronómetro porque en esta trama, más que nunca, el tiempo cuenta y, aunque el escritor abusa un poco del efecto cuenta atrás, lo cierto es que cumple su cometido y hace que incluso los abundantes lugares comunes que encontramos rebosen tensión.
Tensión que no deja de crecer mientras avanzamos hacia un desenlace que se presenta complicado, demasiadas piezas que encajar y muy variadas, tanto que os confieso que miedo me estaba dando llegar al final y encontrarme con alguna vuelta de tuerca poco creíble, pero no, lo cierto es que el giro final de los acontecimientos es tan espectacular como coherente y Gómez-Jurado consigue que todas esas piezas terminan formando el engranaje perfecto.
Con unas descripciones certeras y que permiten entrar de lleno en cada uno de los escenarios en los que ocurren las acciones, y unos diálogos ágiles, en ocasiones cargados de un humor inteligente y muy bien llevados por el autor, os encontraréis con unas escenas cargadas de visibilidad, con las que entrar de lleno en la novela, disfrutando cada una de sus páginas, cargadas de giros inesperados pero necesarios para llegar a un final que, como he comentado antes, solo espero que sea un punto y seguido para estos personajes.
La forma en la que Juan Gómez- Jurado plantea sus novelas es muy inteligente, sabe darte las pistas justas para que pienses que sabes por dónde va a ir la historia, pero al mismo tiempo no para de sorprenderte, aunque en ningún momento tengas la sensación de que te ha engañado, al contrario, sabes que todo ha estado ahí, haciéndote señales de alguna manera, pero escondido de forma tan inteligente que solo al final han cuadrado todas las piezas.
 

Además de una trama sólida y estimulante, son los personajes principales los que dan vida a esta novela. En la que va a llevar al límite a sus protagonistas y a los lectores. Unos personajes carismáticos y que formaban un tándem perfecto. Poco a poco ambos irán formando un binomio que irá más allá de lo laboral se convertirán en dos amigos-compañeros que se entienden con solo mirarse. Unos personajes que saben lo que quieren, lo que deben hacer y por qué y que te lo transmiten sin necesidad de capítulos de eternas reflexiones.

Los personajes están bien trazados y los conocemos todavía en más profundidad. Aquí tenemos más fondo y detalles sobre ambos.

Jon Gutiérrez sigue siendo el policía entrañable de antes, aunque su buen humor y paciencia se ven un tanto mermadas. Y su sarcasmo resulta más ácido que hasta ahora. Lógico, ya que lleva la amenaza de la muerte tan encima que en todo momento cree oír su propia cuenta atrás.

Antonia Scott también mantiene sus altas capacidades y su competitividad, características inherentes a su personalidad. Sin embargo, observamos una alteración importante en sus emociones: las tiene en cuenta a la hora de tomar decisiones. Y es que el tiempo, corto pero intenso, que ha pasado con Jon desde que ambos se conocieron ha permitido un trasfondo de su identidad verdadera y profunda.

 

Sí veo, y eso no se le puede negar, puro entretenimiento. Pero lo más importante de esta trilogía es que me ha hecho descubrir a Juan Gómez-Jurado, un autor al que había leído muy poco con anterioridad y del que tengo claro que leeré todo lo que publique, porque nos demuestra que no hay que irse al mercado estadounidense para tener grandes thrillers en nuestro país, porque hay autores que tienen talento de sobra.

 

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