Ni
son verdes, verdes,
ni
son negros, negros.
Tus
ojos malditos no tienen color,
ni
pardo de tierra, ni azules de cielo,
ni
grises de humo, ni rosa de flor.
Tus
ojos son piedras sin brillos ni vida,
balcones
vacíos sin flor ni canción,
espejo
empañado de un alma perdida,
cueva
de chacales guardando traición.
Como
las piedras, como las piedras,
como
escoria de carbón,
como
las piedras, como las piedras,
tú
no tienes corazón.
Pero
yo sé, vida mía, que será tu salvación
cuando
vuelvas a mi vera
y
te enciendas en esta hoguera
que
me abrasa el corazón.
Y
el color vuelva a tus ojos
y
tus labios besen rojos
suplicando
mi perdón.
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