El
día más pensado,
meteré la cabeza en la tierra,
pero
antes me aseguraré
de
que queda fuera el corazón.
El
día más pensado,
me dejaré llevar por completo,
quitando
previamente el freno de mano
a
mis manos.
El
día más pensado,
llenaré de aire mis pulmones
y
centraré mi atención en el ir y venir
de
la respiración.
El
día más pensado,
dejaré de pensar
y
haré caso al dictado de mi cuerpo.
El
día más pensado,
cerraré los ojos
y
me dormiré soñando una vida junto a ti,
y,
al despertar,
amanecerá
el día más soñado,
y,
con él, el día menos pensado.
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