Nos
traslada a la Inglaterra del S. XVI, en pleno Renacimiento, en la que en Europa
todavía había bastante oscurantismo. Una época marcada por las supersticiones y
los rituales.
A
través de los ojos de una luchadora que tuvo que resistirse a los cánones de su
época.
SINOPSIS: Tras la
confesión del moribundo, ella devora los alimentos que le presentan, expiando
así las faltas a través de sus entrañas. La comedora es una mujer maldita, que
no puede hablar, a la que no se puede tocar, con la que no se cruzan miradas.
Una mujer que da consuelo a pobres y ricos, también en los palacios, donde se
esconden los crímenes más siniestros. Y la joven May, ahora aprendiz, pronto
asumirá el desdichado rol. En La comedora de pecados, Megan Campisi logra
trasladarnos a la Inglaterra del siglo XVI, al Renacimiento más enigmático,
lleno de supersticiones y rituales, de la mano de una heroína fascinante.
“Ahora lo
invisible ya es visible. Ahora ya se oye lo que no se oía. Los pecados de tu
carne pasan a ser pecados de la mía, y me los llevaré a la tumba en silencio.
Habla.”
Se podría decir que en esta frase arranca el argumento de la novela.
“La comedora de
pecados”
os transporta a la Inglaterra del S. XVI, donde había una curiosa tradición,
más curioso aún es que no fue breve, estuvo vigente hasta hace un siglo. Cuando
May Owens es arrestada por robar un trozo de pan, no se imaginaba que su
condena será la peor de las penitencias. Las comedoras de pecados quedaban
malditas y proscritas ante la sociedad. Es una novela que se basa en una figura
histórica real. Al parecer mujeres que acudían a los funerales y que se comían,
servida sobre el féretro, la comida que representaba los pecados que el difunto
había cometido en su vida. Así, las
faltas se limpiaban y pasaban a formar parte de la propia comedora. Esto
resulta un poco confuso porque esos mismos fallecidos se confesaban antes de
morir y recibían la extremaunción. De hecho, era durante la confesión cuando se
conocían los pecados y se hacía la lista de alimentos que la comedora de
pecados debía despachar.
¿Pero
qué pasa cuando se prepara un menú donde hay alimentos que no pertenecen a los pecados
del moribundo?
A
partir de aquí la trama se vuelve triplemente atractiva: religión, mujeres
rechazadas de la comunidad estigmatizadas por una lacra impuesta. La acompaña
una prosa oscura y ominosa.
Pocos
libros plasman con tal rotundidad la miseria, la moral antes que lo material,
de una sociedad donde las supersticiones, rituales e infamias y la ausencia de
escrúpulos parece ser el único sol posible en el horizonte y en la que afloran
la envidia, la hipocresía, los sentimientos más innobles.
En
definitiva, “La comedora de pecados”
es una epopeya histórica que entrelaza amor, ambición, secretos, venganzas y
traiciones entre personajes variopintos, protagonistas todos ellos, históricos
y ficticios, de una época oscura y fascinante.
Una
novela que habla de brujería y de miedo, del bien y del mal, ofrece una figura
femenina esclavizada y tratada de manera déspota.
Mega
Campisi desgrana la vida de las clases sociales más bajas, en especial
mendigos, artistas callejeros, enfermos y prostitutas, es maravilloso, pinta un
cuadro que parece realista. Del espacio doméstico como escenario en el que
transcurren este tipo de novelas. Sin olvidar además de la profundidad
psicológica y la empatía con que se retrata a los personajes, la desgarradora
exposición que ofrece de la enfermedad y la muerte, la perdida y el duelo.
Una
prosa clara, precisa, cuidada, siguiendo esta un curso lineal, un pulso
narrativo admirable y una capacidad sobresaliente para crear atmósferas
opresivas.
En
la ficción, entremezcla elementos de la novela histórica, la épica de las
grandes aventuras, la tensión y el suspense del thriller, todo ello aderezado
con algunas pinceladas de relato romántico que sirve para relajar el frenético
ritmo de la acción y mostrar un universo, el femenino, que en esa época
permanecía al margen del devenir de la sociedad y al que la autora parece
querer rendir un pequeño homenaje en la novela. Gracias a esta minuciosa
superposición de elementos de crónica histórica y ficción novelesca se
convierte en un cuaderno de bitácora de una época agitada y deslumbrante de
grandes cambios. Hace gala de un relato que lleva al lector en volandas hasta
sus páginas finales, donde encontraréis: amor, venganza, sabiduría trasmitida y
recuperada por unas mujeres valientes que en su tiempo se enfrentaron a unas
estructuras sociales y religiosas que pretendían hacer de ellas seres
inferiores.
El
contrapunto, lo que me decepciono del libro, fue la falta de contexto
histórico. Se nos dice que está ambientado en Inglaterra S.XVI en pleno
Renacimiento, pero no se ve reflejado en absoluto en la prosa. En realidad,
podría estar ambienta en cualquier período histórico, o en cualquier lugar, ya
que hay pocos detalles y en consecuencia hay una reducida atmósfera dentro de “La comedora de pecados”.
La
verdadera protagonista de la novela es presentada como una mujer fuera de lo
común. La voz de la protagonista, que de ella se desprende su fuerte
personalidad, irónicamente su silencio viene impuesto por su profesión que se
lo prohíbe y por el estigma de la herida en su lengua, también es notable en el
transcurso de la novela.
La
mayoría parte de la novela transcurre adaptándose a su nueva condición, a esa
nueva identidad. Su relación con los diferentes personajes de la historia, la perspectiva
con las creencias populares y con sus propias supersticiones es
interesantísimo. Con un aderezo de luces y sombras, pero sacudido por un
entorno tan hostil que es difícil no ponerse de su parte.
Esta
historia es una novela histórica, pero con tintes de realismo y una dosis de
misterio. También es una historia que habla de una muchacha que tras la
adversidad es capaz de sobreponerse y aprender a jugar las cartas que le ha
deparado el destino.
Lo
más importante de la historia es la aceptada evolución de sus personajes, muy
sólidos y humanos, bien construidos y la diversidad que existe entre ellos es
un punto muy favorable en esta novela. Abarca mujeres que querían sobreponerse
a lo que su tiempo les dictaba, nobles caballeros que darían su vida por su causa,
personajes guiados ciegamente por la venganza y otros que nunca cejaran en su
empeño aunque para ello tengan que llevarse a otros por delante. De esta forma,
personajes ficticios se entremezclan con otros históricos que fueron muy
relevantes en su tiempo.
En
definitiva, una novela orientada para los amantes de la buena literatura. Un
libro con luces y sombras pero que nos hace descubrir uno de los períodos más
gloriosos y combativos en la historia inglesa.
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