Algún
día, criatura encantadora,
para
ti seré sólo un recuerdo,
perdido
allá, en tus ojos azules,
en
la lejanía de tu memoria.
Olvidarás
mi perfil aguileño,
y
mi frente entre nubes de humo,
y
mi eterna risa que a todos engaña,
y
una centena de anillos de plata
en
mi mano; el altillo-camarote,
mis
papeles en divino desorden,
Por
la desgracia alzados, en el año terrible;
tú
eras pequeña y yo era joven.
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