“Las herederas”. Me ha
encantado. Como argumento. Como trama. Como estilo. Acabo de descubrir a otra
escritora. Aixa de la Cruz es increíble.
Una gran novela,
atrevida, muy interesante, llena de originalidad, que reflexiona sobre temas
que nos suelen parecer ajeno y que, sin embargo, nos rodea camuflado de una
manera u otra.
SINOPSIS: Hace seis meses que la abuela
Carmen se abrió las venas en la bañera, y
nadie ha sabido aún por qué. Ahora, sus cuatro nietas vuelven a la casa
del pueblo en la que murió y que han heredado.
Lis
se está recuperando de una crisis que sufrió allí mismo y solo quiere vender la casa y pasar página. Su
hermana Erica sueña con organizar
retiros espirituales y paseos botánicos. Olivia, prima de Erica y Lis y la mayor de las nietas, es
cardióloga y busca en cada cajón alguna pista que ayude a explicar el
final de la abuela. Por su parte, Nora,
la hermana desastre, se plantea dejar que su camello utilice la casa como
almacén para su mercancía.
Cuatro
mujeres jóvenes y un legado común por descifrar: ¿una casa o una maldición que
corre en los genes?
Estáis
ante un título de tintes clásicos. El regreso a la casa de la familia y la
apertura del baúl de los recuerdos es una constante literaria.
La
verdad es que me he encontrado con un libro peculiar y complejo. El suicidio de
una anciana es el punto de partida de “Las
herederas”. Su muerte provoca la reunión de sus cuatro nietas en su casa
donde, prisioneras de sus obsesiones y debilidades, vuelcan sus preocupaciones,
inquietudes y desesperación. También tienen miedo a la locura, ya que corre por
sus genes.
Trama
una historia donde el suicidio, la maternidad, la violencia sexual, la
precarización, sin embargo, el tema de la novela es otra cosa muy diferente: la
relación con las drogas, ya sean farmacéuticas, clandestinas o naturales, están
presentes como lana que se entreteje. Pero el encaje, lo que queda detrás, es
la crítica a la psiquiatrización de la sociedad y la privatización de la salud
metal.
La
novela reflexiona sobre esta idea contradictoria de la familia como origen y
refugio de los problemas, cuántas formas de cordura y de locura habitan y al
mismo tiempo libera a sus protagonistas.
Es
una novela apegada a los asuntos candentes de la actualidad, como la condición
femenina y el estado de la salud mental en las personas mayores, en donde cada
personaje, incluso el de la abuela que es referencial, representa un problema a
través del cual la autora plantea una tesis sobre la sociedad contemporánea.
“Las herederas” es una novela
intensa, dramática; con pocas concesiones, que bucea en el sentido de culpa y
en la inadaptación, en la diferencia entre los sueños y la realidad. Y en la
complejidad de las relaciones humanas. Y por encima de todo, la familia, con
esa visión analítica muy severa que ha irrumpido desde hace tiempo en nuestra
narrativa y que presenta como un núcleo de opresión y violencia.
De
la Cruz es punzante en sus argumentos, lúcida a la hora de analizar las
estructuras sociales y frustrantemente realistas, ciertamente bien tratados y
trenzados en una trama convincente y creíble, con un estilo excelente,
innovador, que evoca y sugiere muchas ideas, poderoso y eficaz. Está escrito de
manera poco habitual, aparentemente algo caótico, metafórico y desordenado. Sin
embargo el lector nunca se pierde y poco a poco se va dibujando un argumento
coherente.
El
argumento se sustenta por un tono severo, con la voz radical que asentó el
nombre de la autora en el panorama literario.
Aixa
de la Cruz ha logrado desplegar una maquinaria de memoria, irrealidad y
sencillez para haceros llegar a su lado con un aire denso que impregna estas páginas
y las remueve.
Los
cuatro personajes de la Cruz, cada uno con su propia historia, atestiguan las
contradicciones de una sociedad actual.
Las
cuatro mujeres están en la treintena y su relación, lo mismo entre las hermanas
que con sus primas, es difícil, tensa por momentos. Aixa de la Cruz ha diseñado
unos personajes con dificultades para afrontar la vida, plantea un cúmulo de
personajes trastornados y de asuntos tenebrosos, que se refugian en las drogas.
Dicho de otra manera, son personajes que interesarían mucho a cualquier
psiquiatra.
Por
momentos es Olivia quien os guía. Médica cardióloga, controla y cuida. Asume la
tarea de vigilar a su hermana Nora, que tiene problemas con las drogas. A ratos
es Lis, que ha sufrido un episodio psicótico y es madre de un niño pequeño,
quien toma el mando del relato. O su hermana Erica, defensora a ultranza de los
poderes de la naturaleza y de ritos alternativos.
Todas
ellas forman un tándem. No siempre, las cuatro, resultan ser una cosa y la
contraria. Ser una parte y el todo. Ya que, entre las protagonistas, brotan
constantes grescas, porque cada una presenta desequilibrios mentales y por la
novela circulan con generosidad todo tipo de estupefacientes.
En
este sentido, la novela os dibuja un vínculo entre hermanas y primas que está
tremendamente viciado, pero también es ahí donde se tejen las lealtades más
feroces; las únicas alianzas capaces de hacer sanar.
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