-Nabanita Kanungo-
Otro
partir
palabras
tratando
atrapar
el
sentido
de
quedarse,
permanecer
un
poco más
en
el borde
del
sentimiento
Los
días pasan volando
en
poemas que regresan
al
viento;
los
te amo
no
pronunciados sin
una
gota de humor,
una
oscura sabiduría
que
nunca pedimos
Aún
así escapas
infantil,
en
paseos
en
caminos brumosos,
leyendo
poesía
con
mi carga
apoyada sobre
tus hombros.
Y
prematuramente,
lloro
mientras veo
un
emoticón rojo en un sms
donde
la imaginación
es
un sabor tentador
de
cálidas castañas vendiéndose en algún lugar
de
las calles de Estambul,
la
visión de una mezquita azul
que
siempre he soñado
visitar...
Cada
frágil esperanza
ya
ha ocupado el lugar que le corresponde
en
este patológicamente tímido mundo
de
nuestros traicionados dolores y miedos:
el
perro,
comics,
cocinar
el uno para el otro,
retazos
de preocupado fastidio...
Solo
que no sabemos cómo
lidiar
con
aquello
que sabemos;
la
triste magia
que
conspira para hablar en nosotros
a
un mundo sordo
Así
que
esperamos,
con
alegre
cautela,
la
miserable aptitud
en
las palabras,
traslapando
en la orilla
de
un viejo mar roto
en
nuestros ojos;
viendo
a la promesa jugar
como
un gato
con
nuestros cojeantes
antiguos
seres,
desde
aquella dolorosamente
cultivada
distancia,
donde
es posible preguntarse
si
aún
algo
queda
aquí,
algún
ligero movimiento
que
imitase
lo
que nos hemos forzado a golpes
a
olvidar;
espolearnos,
desarmados otra vez
en
el deseo más feroz de la muerte
por
la vida;
seguir,
juntos,
desafiando
esta
terriblemente
hermosa tranquilidad.
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