miércoles, 15 de noviembre de 2023

LA MALA COSTUMBRE. Alana S. Portero.

“La mala costumbre”, la novela debut de Alana S. Portero debuta en la ficción con esta novela deslumbrante.
 
“La mala costumbre” empieza con una muerte de un joven yonqui y acaba con otra, pero entremedio está atravesado de vida.
Un relato iniciático en el que se cruzan la identidad y la clase. Narrada desde una singular y desgarradora voz en primera persona, la autora recorre la adolescencia de una niña trans atrapada en un cuerpo que no sabe habitar, que intenta comprenderse a sí misma y al mundo en el que vive.
Con crudeza, amor y cariño, esta historia construida a modo de viaje iniciático recorre el difícil periodo de la adolescencia, la incomunicación crónica, el miedo y la vergüenza de quien no encuentra la forma de reconocerse en sí misma. Ambientada en el Madrid obrero y periférico de los ochenta y los noventa, estas páginas pasa revista a aquellos años en los que la heroína y el Sida era una peligrosa mezcla pandémica que solo parecía atacar a los excluidos. A través de numerosos referencias bíblicas, mitológicas y pop, la prosa hábil y sugerente de la escritora madrileña realiza un inspirador viaje vital hacia ese puerto de llegada que es el abrazo con lo femenino, que cuenta las vidas de las mujeres transexuales que trabajan en la calle, su historia, su tradición, su genealogía travesti, su violencia en los hogares y en la calle.
Es un mundo femenino maravilloso con una gran concentración de sabiduría de la que la protagonista necesita formar parte. Lo hacen como pueden con la sonoridad entre mujeres machacadas por el peso del  patriarcado.
En realidad, lo que pasa en la novela es muy aplicable a muchísimas vidas.
 
“La mala costumbre” es una epopeya contemporánea. En concreto, la escritora define su novela como “una historia fronteriza, obrera, identitaria y mágica sobre cómo llegamos a ser quienes somos y cómo se habita una vida entre dos mundos”. Poseedora de un universo creativo habitado por la historia clásica y el activismo. Portero, en esta novela trata sobre una vida trans, desde la infancia hasta la adultez, no es injusto, pero sí se le queda pequeño. Y no porque andemos sobrados de estas narrativa ni porque sea un tema menor, sino porque este libro es la vida sucediendo. No es tanto un diálogo como la vida contándose por sí sola.
Una historia agarrada a la vida, conmovedora, poética y llena de simbolismo sobre una joven que busca su identidad atrapada en un cuerpo que no sabe habitar. Alana escribe mordaz, con crudeza y con la realidad necesaria,  pero también poética y conmovedora, en la que los extremos se tocan para mostraros por qué el resentimiento y la rabia son válidos para sobrevivir en una sociedad que no acepta a los que son diferentes.
Sobre todo y ante todo es una historia de amor sobre los lazos que se establecen y que demuestran que no son nadie sin sus alianzas.
 
Alana ha utilizado muchas mimbres de su vida para construir esta parte del relato del mundo femenino, donde al personaje le pesa una realidad a la que no puede acceder y tiene que observarla desde fuera. Esa genealogía de mujeres, esa construcción de la feminidad a través de los gestos simbólicos y conocidos, es lo que la protagonista entiende que solo se dan entre mujeres. Un bosque con criaturas mágicas con las que la protagonista, a la que la autora no bautiza con ningún nombre porque llevará el nombre de todas ellas, se cruza en su periplo vital.
La autora homenajea a las mujeres transexuales que han trabajado en la calle toda la vida. Mujeres que le precedieron se llevaron la peor parte de la ley de peligrosidad social. Mujeres que han estado en cárceles masculinas, violadas por guardas y los presos comunes, y esta es una de esas novelas que te sumerge en un mundo tan cerca y tan lejos que lo reconoces y lo desconoces a la vez. Duele. Quieres abrazar a los personajes y decirles que todo irá bien…
Algunos hemos conocido a personajes como Margarita, María la Peluca y Eugenia la Moraíta, tres de las mujeres que guían a la protagonista de “La mala costumbre” hacia la luz. Habitan en los barrios, pero a menudo se les daba la espalda. Se las mira por encima del hombro y se las usaba como ejemplo de la mujer en la que no se debían convertir.
Retrata esa masculinidad obrera que pelea por sus derechos, ese comportamiento sin afear al otro hombre.
La novela es también un canto de amor a Madrid. Portero resalta también los puntos fronterizos de los diferentes madriles.
 
Este libro es la primera estancia del hogar que Portero nos ofrece, un aquelarre luminoso alrededor de una mesa camilla. Y yo os animo a poneros vuestras mejores galas y participar de él.
 

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