De
las tres formas de agua salada a las que Isak Dinesen confiaba la cura de todos
los males –el sudor, las lágrimas, el mar-, Manuel Vicent elige el mar. El mar
es un paisaje y una narración.
Manuel
Vicent regresa con “La regata” a su
territorio literario: el Mediterráneo. La novela es un ácido relato en el que
conviven la corrupción política y la crisis migratoria. Al autor le sucede lo
que en el poema de Pablo Neruda, “no sabe
si la mar le enseña música o conciencia”.
SINOPSIS: El amor de Dora Mayo, aspirante a actriz, y el exitoso
empresario Pepe California parece vivir
sus mejores y más ardientes días en el verano de 2016, cuando una regata congrega a lo más
granado de la sociedad a orillas del
Mediterráneo. Pero la muerte, que trastoca todo en los momentos más inesperados, acaba con la
burbuja de esta relación de la que solo
quedará un misterio por resolver: el de las firmes ataduras que no impiden escapar a Dora de la cama en la
que termina abruptamente el trato de los dos amantes.
El
mar no es sólo una estética, sino el espacio donde contornear una moral propia.
Lo teme. Lo ama. Sabe que es un lenguaje difícil de descifrar. Un idioma
consentido y sin piedad. Esta novela es el libro más marinero del autor. La
novela comienza con la muerte súbita en la que están comprometidos una
incipiente y bella actriz, Dora Mayo, con un empresario influyente.
Porque el mar es música
para Vicent, y la música es la conciencia. Observador, esteta, irrepetible. A
Manuel Vicent le echaremos de menos el día que decida retirarse de la novela.
Tanto como él echa de menos el Mediterráneo de su infancia.
Manuel
Vicent escribe “La regata”, una novela sobre el paraíso que un día, todos
decidimos perder. Un viaje de placer a vela lleno de sensualidad y de sol. Pero
bajo su superficie brillante, el mar esconde un fondo negro y turbio que
también forma parte de esta historia.
Solo
Vicent es capaz de escribir una sátira alegre de la sociedad actual que es al
mismo tiempo una suerte de intriga. Esta es una oda al mar, al mundo bello,
indomable, brillante y luminoso del Mediterráneo, tan presente en otras obras
del autor, pero también una denuncia de la corrupción que se teje en la costa
desde hace décadas, la vida vacía y las tragedias personales y colectivas que
acaban ahogadas en el fondo del mar.
Para
ello, el autor valenciano lo hace recorriendo al detalle, como sólo él es capaz
de hacer con un buen adjetivo en la mano, un buen puñado de males que aquejan a
esta sociedad decrépita y enferma: la corrupción institucionalizada, la
degradación moral de los opulentos, el contraste indolente entre ricos y
pobres, el compromiso moral de pasarela y la falsedad de una ética ausente por
completo de rigor y palabras de honor.
La
primera consideración que quiero hacer de esta novela es que se nota con
mediana claridad, tal vez demasiada, que Vicent no quiso perder la oportunidad
de daros su radiografía del estado actual del mundo de la Comunidad Valenciana
hace algunos años atrás, y dentro de él España.
Un
compendio tornasolado de sensualidad y locura amorosa. Hombres y mujeres, que
también podréis identificar en las páginas y programas televisivos del corazón.
Políticos, empresarios, chicas bronceadas para hacer las delicias eróticas de
los varones exitosos.
La
obra, más allá de la historia que puntea, es también un atlas del viaje
mediterráneo, un breve tratado de gastronomía levantina y paisajes costeros que
los acompaña, una colección de instantáneas de dudosos triunfadores y otros
buscavidas, un alarde de acción en un mundo quieto.
Los
juicios expuestos en “La regata” es
una reflexión sobre el deterioro de la naturaleza, en este caso la costa
mediterránea, los turbios intereses que están detrás y la sociedad que pulula
en sus costas en busca de placer, vida fácil, sol y mar, sin darse cuenta que
éste siempre pasa factura al loco que hacer los hombres, movidos por la
ambición desmedida, su falta de escrúpulos y le ceguera que los lleva a
destruir a la naturaleza de la que todos formamos parte.
Vicent,
siempre lírico y tal vez obsesionado con el estilo, lo cual ha dado algunos de
los párrafos más hermosos de la literatura española de las últimas décadas, se
centra en la denuncia sin importarle caer en la caricatura.
La
narración de los hechos transcurre con relativa fluidez durante la novela. El
lector acude a todos los sucesos que ocurren en los distintos veleros que
participan en la competición. El escritor castellonense mezcla lo bello y lo
zafio como nadie, hasta conseguir un excelente relato de nuestro tiempo. La
prosa exacta y homicida de Vicent toma aquí un nuevo impulso. Su ironía siempre
lúdica e inteligente. Su sorpresa verbal. El lenguaje como una red marinera
donde atrapa sensaciones olfativas y visuales, táctiles, con la que elabora una
escritura carnosa y sensorial.
Vicent
desarrolla un relato coral en el que el lector asiste a lo que sucede en los
distintos barcos que participan en la regata sin afán competitivo. Grotesco por
la falta de dignidad, una virtud que a los actores de la novela les importa una
mierda: corruptos y mujeres ciervos que pueblan los distintos barcos que vamos
conociendo saltando de uno a otro. Y en todos ellos lo único que tienen en
común es que intentan tapar su conciencia de vulnerabilidad evocando unas
desgracias que les alejan todavía más de la realidad del lector.
La
trampa de “La regata” mezcla
personajes de toda índole y condición, desde el veterano empresario Pepe
California y su amante, la joven actriz Dora Mayo, que destaca por su belleza,
quienes deciden participar en la regata a través del Mediterráneo a bordo del
velero del empresario ha conseguido gracias a unos ganancias provenientes de la
Primera Guerra del Golfo. Hasta se cruzan constructores levantinos de los que
tienen el escroto chapado en oro. Un exministro de UCD mudado después al PSOE y
que ha ido avanzando en política pisando
cieno. Una joven capaz de alcanzar el orgasmo abrazando una puesta de sol. Un
aprendiz de escritor. Una familia del OPUS. Un magnate del ladrillo muerte por
viagrazo u una amante –actriz de arte y ensayo.- También otro actor de renombre
que en cada frase hecha un caramelo por la boca.
El
contraste de la grotesca sociedad que relata la novela lo pone la patera
localizada en medio del mar y el emigrante muerto flotando.
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