viernes, 1 de mayo de 2015

EL JUEGO DE LA MUERTE.







Tu mano dura, rígida, apretando.

Apretando, apretando hasta exprimir

la sangre gota a gota.

Tu mano, garra helada, garfio lento

que se hunde… Tu mano.

¿Ya?



La sangre.

No he gritado. No lloré apenas.

Acabemos pronto ahora: ¿ves?,

estoy quieta y cansada.

De una vez acabemos este juego

horrible de tu mano deslizándose

—¡todavía!— suave y fría por mi espalda.

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