Dulce
corazón mío de súbito asaltado.
Todo
por adorar más de lo permisible.
Todo
porque un cigarro se asienta en una boca
y
en sus jugosas sedas se humedece.
Porque
una camiseta incitante señala,
de
su pecho, el escudo durísimo,
y
un vigoroso brazo de la mínima manga sobresale.
Todo
porque unas piernas, unas perfectas piernas,
dentro
del más ceñido pantalón, frente a mí se separan.
Se
separan.
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