Aunque
el mundo disminuya, y los bosques no tengan voces salvo la voz de la pena.
Aunque
el cielo sea demasiado negro para que los débiles ojos perciban el rubor dorado
de las flores creciendo debajo. Aunque las colinas sean pilares de sombras, el
mar una maravilla oscura y ese día dibuje un velo sobre todos los hechos
pasados. Sus manos no harán temblar y sus pies no harán vacilar el vacío que no
agotará. Ni el miedo alterará estos labios y estos ojos de amante y amado.
Autor: William Morris.
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