sábado, 21 de noviembre de 2015

VIENTO.




-Fernando López Martín-

Tengo celos del viento.
Cual la mano de un amante tirano,
te ciñe con su soplo y te moldea
sobre la carne mórbida el vestido.

El viento se recrea
jugando con tu traje -igual la gracia
de la túnica leve
hecha de sol y nieve
del ángel inmortal de Samotracia-.

Celoso, dolorido
veo su ingrave mano acariciarte.

¡Y no poder librarte
de su tenaz asedio!
¿Cómo poner remedio
a su acoso si es nube
impalpable del que sube
-mientras tú ríes loca-
por tu falda a tu boca
y de tu boca al pelo?

¿Comprendes mi desvelo?
¿Comprendes lo que sufro? Lo que niegas
a mi súplica ardiente,
impúdica, consciente,
al viento que te acosa se lo entregas.

¿Será el viento tu amante? ¡Quién lo sabe!
¿Será el ala del viento la de un ave
que te acaricia trémula? Ese giro
del viento en la arboleda
-mientras mueve tu túnica de seda-
¿será, acaso, el suspiro del cisne que gozó, trémulo, a Leda?

Tengo celos del viento.
Poseído de un triste mal de amores,
contempló los temblores
del viento cuando juega en tu vestido.

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