-Fernando
López Martín-
Tengo
celos del viento.
Cual
la mano de un amante tirano,
te
ciñe con su soplo y te moldea
sobre
la carne mórbida el vestido.
El
viento se recrea
jugando
con tu traje -igual la gracia
de
la túnica leve
hecha
de sol y nieve
del
ángel inmortal de Samotracia-.
Celoso,
dolorido
veo
su ingrave mano acariciarte.
¡Y
no poder librarte
de
su tenaz asedio!
¿Cómo
poner remedio
a
su acoso si es nube
impalpable
del que sube
-mientras
tú ríes loca-
por
tu falda a tu boca
y
de tu boca al pelo?
¿Comprendes
mi desvelo?
¿Comprendes
lo que sufro? Lo que niegas
a
mi súplica ardiente,
impúdica,
consciente,
al
viento que te acosa se lo entregas.
¿Será
el viento tu amante? ¡Quién lo sabe!
¿Será
el ala del viento la de un ave
que
te acaricia trémula? Ese giro
del
viento en la arboleda
-mientras
mueve tu túnica de seda-
¿será,
acaso, el suspiro del cisne que gozó, trémulo, a Leda?
Tengo
celos del viento.
Poseído
de un triste mal de amores,
contempló
los temblores
del
viento cuando juega en tu vestido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario