Lo que el verano nos
quita, el lugar que el verano nos deja, el don del estornino, su ir y venir
ansioso entre su sala de pastos, ¿su selva?, su desaparecer —¿hacia dónde?— con
su verdoso salpicado de oro, si el viento de pronto se levanta, si aquella
nube, para nada esperada, gotea.
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