No
te pertenezco, a pesar de que en la palma
de
tu mano ahora reposo, caminante;
ni
a la arena de la que me recogiste,
donde
yacía largamente antes
de
que a tus ojos se ofreciera mi forma admirable.
Yo,
compa
ñera
de ágiles peces y algas,
cobré
vida en el seno de las libres olas.
Y
no el odio, ni el olvido,
sino
la amarga tempestad me separó de ellas.
Por
eso se lamenta en mí la antigua patria y murmura
asiduamente
y suspira mi alma marinera,
mientras
mantiene
s
en tu mano mi secreto,
y
asombrado acercas tu oído extranjero.
Holaaa
ResponderEliminarPrecioso poema, y la imagen me encantó
Un besazo!