Ten
piedad de la tristeza
y
de sus hilos borrosos
como
un pastor observa a su rebaño
un
día de lluvia.
De
la vejez a solas,
de
los días que le faltan
en
forma de caricia,
de
nuevo testamento
donde
urdir su ansia de futuro.
De
la ilusión doblaba
como
un adverbio en medio de los años.
Piedad
de los aleros
y
su cohorte de palomas
enfermas
y olvidadas.
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