La
primera vez que me encontré con Inma Chacón fue con “Mientras pueda pensarte” una novela que me gustó, que se metió en
mi bolsillo desde las primeras páginas.
Esta
vez, como si se tratara de un poema novelado de Rosalía de Castro, Inma Chacón,
presenta “Tierras sin hombre”, una de
esas historias de emigración y abandono que marcaron a toda una generación de
familias gallegas allá por los primeros años del S XX.
SINOPSIS: Una gran saga
familiar que se enfrenta a la lucha entre lo que el destino ofrece y lo que el
corazón anhela.
Las
hermanas Elisa y Sabela crecen en una pequeña aldea cercana a Ferrol, donde su
madre, Rosalía, una leiteira pobre, las cría sin la ayuda de su marido. Mateo,
que emigró a América para iniciar un negocio que nunca concluyó, solo le dejó a
su hermano Manuel, sordo de nacimiento, que con su bondad temerosa y sencilla
la ayuda a sacar a sus hijas adelante.
Cuando
Rosalía comienza a planear la boda de su hija Elisa con Eloy, el único
bachiller del pueblo, no cuenta con que Sabela se ha enamorado de él y que el
guapo minero Martín tiene otros planes para Elisa.
Tierra
sin hombres es una novela de personajes y de intrigas familiares que se enmarca
en la Galicia de finales del siglo XIX y principios del XX, en una aldea
cargada de supersticiones y de habladurías, lluviosa, pobre; una tierra de
viudas de vivos, donde las mujeres ven como sus hombres han de emigrar en busca
de una vida mejor, un sueño que a veces se cumple y otras se vuelve contra
todos.
“Tierra sin
hombres”
comienza con un entierro, pero pronto se darán cuenta de que este no es en
realidad el principio de la historia que va a relatarnos, sino que será un mero
punto de partida para contarnos la vida de los habitantes de una aldea de
Galicia cercana al Ferrol. Y en especial de tres mujeres. Tres personajes principales
Elisa, Sabela y Rosalía en la que, la autora, hace un homenaje a tantas mujeres
de Galicia y otros lugares costeros donde sus hombres o maridos se embarcaron
para buscar fortuna o una vida mejor para sus familias.
El
lector se adentra en la ambientación gris y brumosa queda patente desde la
primera página que comienza la narración retrospectiva que nos llevará no solo
por la historia vital de las tres mujeres, sino también, por el modo y formas
de vida en una época y en un lugar en los que el qué dirán pesaba más que
cualquier cosa.
Las
tres mujeres protagonistas han tenido una vida muy dura y han tenido que sufrir
múltiples desgracias. Desgracias que van dejando su huella y van forjando sus
caracteres de tal forma que en ocasiones actúan de una forma que sólo se
comprende si nos fijamos en sus vivencias.
Unas
mujeres que, entretanto, a cuestas con su soledad tuvieron que hacerse cargo de
la economía familiar, de las tierras, de los animales y de sus familias siempre
solas y con la incertidumbre de si sus hombres perderían la vida en el viaje o
de si volverían a sus casas. Siempre luchando contra un destino que no quiere
ponerles las cosas fáciles. Además, se van entretejiendo a lo largo de la trama
una serie de secretos que hacen que su lectura sea incluso más atractiva
aportando intriga. Un elemento importante en la novela es el amor que juegan un
papel esencial; muy diferente todos ellos.
Y
nos paseará por los paisajes de una Galicia rural que se presenta indómita en
sus acantilados, misteriosa y enigmática en sus bosques. Un paisaje gallego que
condiciona la vida y el carácter de los personajes que se pasean por sus
páginas.
“Tierra sin
hombre”
se impregna de ese espíritu de historia familiar en la que el silencio tiene
una gran importancia. Pero que a la vez también es una historia de secretos, de
intriga y de venganza.
Esta
novela, tal y como explica la autora en su nota final, es un homenaje a las
“viudas de vivos”, una figura sobre la que escribió Rosalía de Castro para
referirse a esas mujeres gallegas que veían emigrar a sus maridos mientras
ellas se quedaban esperando en sus aldeas.
Al
mismo tiempo es un homenaje a los que emigraron en aquella época, por desgracia
es un movimiento que se ha vuelto a convertir en actualidad, de ahí que también
sea un homenaje a todos los jóvenes y no tan jóvenes.
Así
mismo, me han resultado vidas tremendas, duras, durísimas en todos los
sentidos, incluso diría que extremas en todos los ámbitos que toca la novela.
Al
principio de cada capítulo vamos a volver a ese cementerio, a ese entierro de
un miembro de la familia, para en los subcapítulos siguientes seguir
desentrañando y completando, a través de sus recuerdos, la historia de estas
tres mujeres hasta llegar al punto donde se inició la novela. “Tierra sin hombres” se sumerge
enseguida en sus historias de celos, de luchas, de amor y desamor. Ingredientes
que hacen no despegarte del libro hasta terminarlo.
Y
todo eso, lo vamos a disfrutar, con una lectura fácil, con una prosa cuidada,
bella en ocasiones pero también dura y descarnada en otras, haciéndose eco de
lo que va narrando, con unas magníficas descripciones y un lenguaje rico en el
que podemos encontrar algunos modismos de la lengua gallega sin que resulte
artificial.
Inma
Chacón retrata muy bien el paisaje, las situaciones y el modo de vida de aquel
tiempo, lo hace con tal maestría que no va a ser difícil trasladarnos hasta
esos lugares y compartir las tradiciones, la belleza del entorno, las playas,
la oscuridad del bosque y su magia para un fresco realista con tintes naturalistas,
observar la realidad a través del análisis psicológico de los personajes, mostrando
siempre una profunda ternura por ellos, a pesar de sus miserias y errores.
“Es
una amargura de la épica del que espera”, una amargura que en las páginas de
esta novela queda revestida de la melancolía del clima gallego y de la anodina
cadencia del mar que recuerda a los personajes de la lejanía de los que se han
ido.
Uno
de sus puntos fuertes son sus personajes, siendo una novela, en que todo el
peso argumental recae sobre ellos.
Y
hablando de sus protagonistas, la escritora crea unos personajes ricos, bien construidos
todos ellos, trazados a la perfección. Vemos cómo evolucionan, cómo sufren,
cómo se van amoldando a lo que la vida les depara. Debo decir que, al menos en
mi caso, mi percepción de ellos también ha ido cambiando, pasando casi de un
extremo a otro.
Como
ya he dicho, la mayoría de los protagonistas son mujeres, como no puede ser de
otro modo, por la historia que nos cuenta. Se trata de una novela de mujeres fuertes
en la que la presencia de los hombres es secundaria, aunque sin duda necesaria,
pues son muchos de sus actos los que marcan el paso que después seguirán ellas.
En
cuanto al perfil que realiza la autora de cada personaje, destaca sin duda el
de Elisa y Sabela, dos hermanas muy distintas.
Donde
resulta que no solo están muy bien perfiladas psicológicamente sino que, la
autora, se aleja de estereotipos de figuras buenas o malas y nos presenta personajes
con multitud de dobleces y matices; pero lo importante es que siempre actúan
fieles a su esencia.
También
juega un papel fundamental en la trama, como un protagonista más, nos
encontramos con la aldea, una sociedad opresiva, siendo la convivencia en un
pueblo pequeño uno de los temas vertebrales de la novela, un lugar donde todos
se conocen, donde todos saben todo de los demás y lo que no se sabe se suple
con suposiciones, mentiras y supersticiones.
La
autora Badajocense ha presentado “una novela de personajes”, profundizando en
su psicología a través del análisis de cada una de sus actividades en función
de las situaciones a las que se ven abocados.
“Tierra sin
hombre”
contiene una historia con una carga vital tan brutal que se lee también con las
tripas, sintiendo en cada página el latido de los personajes en una Galicia de
sufrimiento, pero también de valentía, de supersticiones y silencios, pero
sobretodo, de coraje. Una historia de deseos reprimidos, de la búsqueda
constante de uno mismo y de tratar en todo momento de solventar y hacer frente
a los vaivenes de la vida.
De
empeño y desgarramiento por los sueños rotos. Pero también de amor: de amores
inconmensurables, equivocados, torcidos o marcados por destinos implacables.
En
definitiva, es una lectura amena, con muy buenos ingredientes, compleja,
formada por multitud de piezas que veremos cómo encajan a la perfección, como
si de un puzle se tratara.
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