Es
el mundo un libro en el que Espíritu Eterno
ha
escrito sus propios pensamientos, y es un vivo templo,
en
el que pintando sus propios gestos, y su propio ejemplo
ornó
de vivas estatuas lo hondo y lo supremo.
Para
que cada espíritu, y en su lugar el arte, la norma,
leer
y contemplar, para no ser impío,
deba,
y pueda decir: «Yo cumplo el universo,
contemplando
a Dios incluyo cada cosa».
Pero
nosotros, almas encerradas en los libros y en los templos muertos,
copiados
del vivo con muchos errores,
los
anteponemos a un magisterio tal.
Oh
tormentos, del error hacednos conscientes:
en
penas y conflictos, en dolor e ignorancia.
¡Regresemos,
en fin, por Dios, a lo original!
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