Ha
sido mi primer acercamiento a la historia de Elia Barceló y tengo que decir que
ha sido una experiencia muy positiva.
Hay
decisiones que, aunque en apariencia no tenga mucha importancia, nos cambian la
vida para bien o para mal.
Hoy
quiero hablarles de una historia maravillosa en el que cada pequeña elección
afectará la forma que adoptará la vida de nuestros personajes.
Se trata de “El secreto del orfebre”, de Elia
Barceló una novela corta que me ha hecho sufrir y disfrutar. Me ha conquistado
completamente.
SINOPSIS: Tan breve como
intensa, tan fácil de leer como difícil de olvidar, tan sencilla en sus
recursos como inquietante en el recuerdo, esta es una novela de amor. Uno de
esos raros ejemplos en los que la literatura se lanza sin miedo a abordar los
temas eternos, y lo hace para que nos planteemos cuestiones fundamentales: ¿es
el tiempo más fuerte que el amor?, ¿de qué forma perdura la belleza?, ¿es el
cuerpo un mapa del deseo con fecha de caducidad?, ¿puede el deseo alterar la
realidad? La nostalgia, el sexo, la pasión, la identidad..., nos hallamos ante
una obra que abordando los sentimientos en profundidad, sabe ser rigurosamente
nueva: una bellísima historia del fin del milenio sobre la imposibilidad del
amor. Simplemente hay que abrir el libro y comenzar a leer.
En
esta reedición de El secreto del orfebre se añaden unas páginas inéditas del
cuaderno de su protagonista, Celia Sanjuán; un texto adicional que convierte a
esta novela de Elia Barceló en una nueva obra, reconfigurando su significado y
ofreciendo con maestría otro giro final.
En
esta bellísima pieza literaria su autora nos recuerda que somos palabras, que
somos seres que nos narramos a nosotros mismos, creando así nuestra propia
historia. En la búsqueda nostálgica de algo que puede estar o no estar allí,
esta novela corta tan breve como intensa presenta una historia de amor e
identidad que desafía los hilos del tiempo, de la soledad y de la memoria, en
aquel espacio en el que el deseo tiene su propia dimensión y la pasión sus
propias leyes.
Una
novela llena de lírica y sentimientos, una historia de amor imposible. Una
pieza de orfebrería, una joya literaria que nos lleva a sumergirnos en lo más
recóndito de nosotros mismos. Porque también estamos hechos de la materia con
la que se construyen los recuerdos.
Se
trata de una novela corta tremendamente adictiva. Adictiva por la claridad de
exposición, pese a no seguir una narrativa lineal, y por las fascinantes ideas
que, si bien no son originales, están reinterpretadas.
Todo
es, si nos dejamos llevar por el planteamiento de la autora, aparentemente
tradicional, y el lector tiene la impresión de asistir en las primeras páginas
a un comienzo repetido una y otra vez en docenas de relatos literarios: el
narrador, que abandonó su pueblo natal muchas años atrás, vuelve a él
intentando recobrar sus recuerdos. Este arranque constituye, en efecto, un
esquema narrativo frecuentísimo, que suele dar paso a motivos como el paso del
tiempo o la nostalgia de las ilusiones perdidas. Y de repente, llega el quiebro
inesperado con el entrecruzamiento de tiempos diferentes que se mezclan y se
invierten.
A
través del túnel del tiempo asistiremos con mirada nostálgica a la historia de
un amor de juventud: el que veinticinco años atrás protagoniza nuestro joven desconocido
con una mujer madura, marcada a su vez por un amor del pasado. Ese amor
prohibido por los años que los separan y por la condición social de cada uno;
será el eje en torno al cual gire una trama llena de sorpresas, en la que
además, encontraremos un toque de fantasía y algo de novela costumbrista.
Quizás
única o quizás similares a muchas otras. Porque el amor, ya se sabe, todo es
común y a la vez especial. Es una historia de amor de esas que perduran en el
tiempo y que es capaz incluso de romper con su linealidad.
Ahora
bien, no solo nos habla del amor romántico, sino que también es una historia de
lealtad, de añoranza y de espera incondicional. Una historia que nos dice que
el amor verdadero puede tener distinta forma pero siempre es reconocible. La
novela tiene un poco de fantasía, un punto mágico que la hace muy especial
siendo un recurso necesario, no algo que la defina.
Al
mismo tiempo, Elia nos regala un final abierto, que invita a imaginar. Nos da
libertad para desarrollar la historia que vendría después. Nos da una
esperanza, un anhelo de la bellísima historia de amor que hemos saboreado a
través de sus páginas. Tan fácil de leer como difícil de olvidar, tan sencilla
en sus recuerdos como inquietante en el recuerdo. Uno de esos raros ejemplos en
los que la literatura se lanza sin miedo a abordar unos de los temas eternos:
el amor.
En
esta bellísima pieza literaria su autora nos recuerda que somos palabras, que
somos seres que nos narramos a nosotros mismos, creando así nuestra propia
historia.
En
la búsqueda nostálgica de algo que puede estar o no estar allí, esta novela
corta tan breve como intensa presenta una historia de amor e identidad que
desafía los hilos del tiempo, de la soledad y de la memoria, en aquel espacio
en el que el deseo tiene su propia dimensión y la pasión sus propias leyes.
Sobre
esa base, toda la historia se monta en un juego temporal. Así, jugando con los
tiempos irá desgranando una novela que va y viene del presente al pasado o
viceversa. Desconcertando inicialmente a un lector que rápidamente se verá
imbuido por la trama.
La
novela está narrada con lucidez y precisión, ya que Barceló, habla de la
belleza y la nostalgia, de las oportunidades y las traiciones, de los sueños y
la cobardía. Está dotada de una prosa concisa y mesurada, casi esponjosa,
buscando la sugerencia y la aparente sencillez. Llena de lírica y sentimientos,
repleta de matices, de frases sugerentes y muy precisas, con emoción y dolor.
La
estructura de la novela, le permite ir dosificando la información para que el
relato tenga en su recta final una cierta sorpresa que evita un desenlace
convencional.
La
obra se construye y se centra en los protagonistas. Cada uno de ellos guarda un
secreto que los separa del resto de sus vecinos pero que a la vez les una a
ambos en su misterio.
Por
otra parte, esto acentúa el brillo y el fuerte magnetismo con que la escritora
los ha impregnado. Porque, tanto Celia como Pablo, son dos personajes que seducen
y conectan ante los lector. Perfectamente definidos.
Es
por esto que, cada uno de ellos acapara el protagonismo de una historia que va
ganando en intensidad a medida que avanza y atrapa al lector por el interés que
despierta: un joven inexperto, con su torpeza, su nerviosismo. Y Celia una
mujer madura y misteriosa, la que se supone por los años debe ser más juiciosa.
Dos personas que desde un primer momento se imantan del tal forma que acabarán
sucumbiendo al deseo y la pasión, con ese torbellino interior que siente y lo que
le manda la razón.
“El secreto del
orfebre”
es una de esas lecturas que agradeces, que te hacen creer en la magia de la
literatura. Una novela recomendada especialmente si te gustan las historias de
amor. De un amor que va más allá de convencionalismos o de romanticismos
dominantes.
Muestra
la realidad, la capacidad de amar de las personas. De un amor que es capaz de
superar barreras como las del tiempo.
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