¡Bravo!
para los que plantaron
hábilmente
cuatro pilares.
Unos
suben para mecerse
y
otros miran el balanceo.
Arquea
el muchacho sus rodillas
de
grulla, y hala y hala sus riñones;
la
muchacha flexiona su cuerpo de avispa,
se
tiende y tiende los senos arriba.
Cuatro
piernas de pantalones
rosados
chasquean al viento,
y
dos pares de muslos blanquecinos
se
extienden paralelamente.
¿Saben
acaso aquellos que practican
estos
juegos primaverales
que
una vez retirados los postes
los
huecos quedan en el abandono?
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