Quizás
debimos concedernos el silencio,
regalarle
a la palabra una tregua
para
que se volviera canto
de
una voz que sale de la boca
solo
para darse a luz en otra.
Canto,
de
cuerpos que se llaman
para
que la vida
le
ceda a la muerte un instante:
Deseo
inevitable
de no ser borrados de la tierra,
canto
de la sangre latiendo sobre la sangre.
Quizás
debimos concedernos el silencio,
digo
quizás, para que la certeza no venga a matarme.
Siento
mucho que estas sean también,
solo
palabras.
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