Ni
tu nombre ni el mío son gran cosa,
sólo
unas cuantas letras, un dibujo
si
los vemos escritos, un sonido
si
alguien pronuncia juntas esas letras.
Por
eso no comprendo muy bien lo que me pasa,
por
qué tiemblo o me asombro,
por
qué sonrío o me impaciento,
por
qué hago tonterías o me pongo tan triste
Si
me salen al paso las letras de tu nombre.
Ni
siquiera es preciso que te nombren a ti,
siempre
nombran la luz del mediodía,
la
fruta, el paraíso
antes
de la expulsión.
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