Ilustración autor desconocido.
Escribir
es fácil. Escribir
poemas,
aún más,
cualquiera
puede hacerlo.
No
hace falta mucho:
algo
que trace, puede ser
un
lápiz, un boli, un pedazo
de
lignito, cisco, turba, saliva
o
incluso sangre.
Hay
gente que ripia con sangre
y
eso es peligroso
ya
que si el poema es malo,
y
casi todos los poemas
son
esencialmente malos
porque
la gente que escribe poesía
lo
hace, porque no le queda otra.
Pues,
es un desperdicio,
esa
sangre podría usarse
para
otros fines:
menstruar,
hacer amigos,
donaciones,
etcétera.
Va,
que me lío, en fin
se
precisa también una superficie libre
para
dejar constancia:
una
pared, papel, servilletas usadas,
cuerpos
—raídos o sin raer—
cualquier
lugar es bueno
para
hacer un testamento lírico.
Un
corazón que bombee, un encéfalo
en
su sitio.
Y
lo más importante
Algo
que escribir, y escribirlo
más
o menos bien
por
eso,
él
o la poeta debe haber leído
a
otros y otras antes.
Más
que nada, para repetir
lo
mismo, pero de otra forma,
y
no contar boludeces
—como
esta—.
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