Suspendido
bajo un mar de melancolía
soy
atravesado por las horas inmediatas.
Luz.
Sólo luz.
Una
espina que se desangra
y que
impecable se yergue
sobre
el horizonte.
Calma.
Sólo calma.
Aún
la melancolía
padece
el caminar
de
sus horas inmediatas.
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