jueves, 1 de abril de 2021

CUESTIÓN DE FE.


Ilustración autor desconocido.
 



¿Cómo sería la luz de la madrugada

en que Abraham, el hombre de la cerrada fe,

subió al monte Moriah

llevando de la mano a su unigénito Isaac?



Tiene que haber sido una luz hondamente azul

como la de este amanecer: en aquel azul

Abraham imaginaba

la vibrante sangre de su hijo en el cuchillo.



                  La sangre vibra más en el azul.

Lo sé porque mi piel, de tan sola ahora,

segrega sangre en la palma de mi mano:

                          el primer milagro de mi día, o castigo,

por haber querido subir la cuesta de la montaña

con una muchacha (más hija que esposa).



Ella, al primer sol, huyó asustada,

                              me negó

su joven cuerpo para el sacrificio

y yo no pude demostrarle

                           mi fe neurótica a Dios.

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