Llueve, y si lloviera eternamente
sería esta larga caricia tuya
que se detiene en el pecho, la sienes;
aquí estamos, hermana reluciente,
en el circulo del buen tiempo, en la hora
adivinada
que estamos, dos miradas vertidas en un cuerpo,
un vagabundo
que nos hace intangibles, delgados como un
lápiz camino
de mí a ti ni después ni donde, amor,
en fluir
cuando dices mírame con atención, mira:
el árbol está al revés, la raíz está en el aire.
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