Magistral novela histórica ambientada en la Barcelona del S. XII en la que Juan Francisco Ferrándiz, autor de “La llama de la sabiduría” y “La tierra maldita” os brinda acción, aventuras, traiciones, misterio y amor.
¿Una novela histórica cuyo eje sea el Derecho? Podría pensar cualquiera que el asunto puede salir mal, que puede causar rechazo o aburrimiento… Pero lo cierto es que el novelista ha logrado combinar ese elemento con la novela histórica más aventurera e intrigante para construir “El juicio del agua.” En realidad, ofrece en esta novela los inicios de la aplicación del ius comune a la hora de aplicar las leyes. El tema central de la historia gira en torno al enfrentamiento, en el año 1170, de dos familias que verán cómo los primogénitos de cada casa, con tan solo meses de edad, son sumergidos en agua helada y el que se hunda dará la razón a su familia. Cuando Robert de Tramontana y Blanca de Corviu son introducidos en una cisterna de agua helada, para que Dios demuestre quién tiene poder sobre quién, sólo tenían un año. Fueron sometidos a una ordalía que les causó daños irreparables y que les unirían en el tiempo. Estas consecuencias les acompañarán el resto de sus vidas.
La nueva novela histórica del escritor contestano, es un apasionante relato lleno de aventuras, intrigas, misterios y conspiraciones sobre el resurgir en España del Derecho romano y los cambios que ello supuso para la sociedad medieval, entre otros el impulso de la economía de ciudades portuarias como Barcelona, donde se sitúa gran parte de la trama. La acción discurre a lo largo de las tres últimas décadas del siglo XII, en plena Edad Media, una de las épocas más oscuras de nuestro país, cuando aún imperaban las leyes feudales, donde los conceptos de equidad y justicia eran una quimera y para dirimir la inocencia o culpabilidad de alguien se recurría a sacrificios y ordalías o juicios divinos –vigentes hasta el fin de la Edad Media y la restitución del Derecho romano–, que siempre favorecían a los nobles y abandonan a su suerte a los más débiles y empobrecidos de la sociedad.
A su vez, los continuos saltos espaciales impregnan de un ritmo frenético a la narración y os permitirán sumergiros en un fascinante recorrido geográfico, cuyos escenarios son reconstruidos al detalle –algo a lo que acostumbra Ferrándiz en todas sus novelas–, y en los que os encontraréis con una interesante radiografía de las clases sociales a través de sus marcadas diferencias. Estos elementos revelan el exhaustivo trabajo de investigación y rigor histórico que se esconde tras la escritura de este libro, a través de un minucioso trabajo de compilación de fuentes históricas.
En definitiva, “El juicio del agua” es una epopeya histórica que entrelaza amor, ambición, secretos, venganzas y traiciones entre personajes variopintos, protagonistas todos ellos, históricos y ficticios, de una época oscura y fascinante, el fin del siglo XII.
En una novela histórica, la documentación es un aspecto imprescindible, así que me ha encantado ver lo bien documentada que está la historia y lo fácil que nos hace viajar a los años en los que acontece la novela, además de que introduce nociones de Derecho romano que son sencillas de entender por los lectores que no tenemos conocimiento de la materia.
Pero sí quiero destacar la labor del escritor para describir batallas y enfrentamientos, acercando la labor de los jueces a un mundo de injusticias, donde primaba más los lazos sanguíneos que la esencia o el valor de las persona. Escrito de una forma exquisita, aunque usando infinidad de latinismos Ferrándiz nos adentra en una novela llena de valentía, que nos hace comprender la labor de algunos hombres por defender el Derecho de una forma tan propicia.
La novela está trazada como una serie televisiva en el que el personaje va pasando por diferentes lugares y en cada lugar va viviendo aventuras distintas. También se podría señalar como “una novela viajera”. Se desarrolla en una época oscura, llena de supersticiones y miedo.
En la ficción, el novelista entremezcla elementos de la novela histórica, la épica de las grandes aventuras, la crónica de viajes y la tensión y el suspense del thriller. Todo ello aderezado con algunas pinceladas de relato romántico que sirven para relajar el frenético ritmo de la acción y mostrar un universo, el femenino, que en esa época permanecía al margen del devenir de la sociedad y al que el autor parece querer rendir un pequeño homenaje en la novela. Gracias a esta minuciosa superposición de elementos de crónica histórica y ficción novelesca, “El juicio del agua” se convierte en un cuaderno de bitácora de una época agitada y deslumbrante de grandes cambios en la sociedad feudal.
“El juicio del agua” es una obra de orfebrería en la que cada pieza va encajando con la otra a medida que se desarrolla la narración hasta llegar a su clímax final, que no es otro que evidenciar el papel de sus protagonistas en la recuperación del antiguo Derecho romano durante la Edad Media –inspirado en la equidad como fuente de justicia– como reconoce Juan Francisco en la nota que cierra la novela.
Los personajes son el alma de la narración, ellos condensan, en sus anhelos y circunstancias, una de las victorias más enormes e ignoradas de la humanidad, y sus efectos aún están presentes.
Lo más importante de la historia, es la evolución de sus personajes y esa atmósfera de la Barcelona del siglo XII, a la que se permitirá viajar, en la que seréis testigos del recorrido de un camino hacia una sociedad más justa. De esta forma, personajes ficticios se entremezclan con otros históricos que fueron muy relevantes en su tiempo.
Así, entre sus páginas conviven complejos personajes novelescos salidos de la pluma del escritor –que dan sentido a la trama y enriquecen la acción–, y muchas personalidades históricas, como el rey Alfonso IX de León último rey de León como reino independiente; el rey Alfonso II de Aragón y conde de Barcelona y su esposa, la reina Sancha de Castilla; el hijo de ambos, Pedro II de Aragón, bajo cuyo mandato fue posible el movimiento social conocido como Paz y Tregua.
La respuesta de la Iglesia y de los campesinos a los abusos perpetrados por los nobles feudales; el cardenal Lotario de Segni, conocido después como el papa Inocencio III; Giovanni Bassiano, jurista italiano del siglo XII perteneciente a la primitiva escuela de glosadores de Bolonia y cuyas sentencias ejercieron gran influencia entre los juristas catalanes medievales; el senescal, mayordomo real, Guillem Ramón de Montcada; el arzobispo de Tarragona, Berenguer de Vilademuls, firme defensor de la Paz y Tregua; Guillem de Montcada, nieto del mayordomo real; o Ramón de Caldes, jurista y decano de la catedral de Barcelona y artífice del Liber Feudorum Maior.
Rinde también homenaje a las mujeres, que son las que verdaderamente impulsan el libro.
En esta novela, como en todas las anteriores, presenta a personajes femeninos con una capacidad de sabiduría asombrosa. Una sabiduría que no se esconde en los libros de leyes que aparecen en la trama, sino en la fuerza interior de cada una. En su maestría de poder sacar adelante sus vidas, la de sus familias, superar adversidades y no dejarse amilanar por el hombre.
Porque si algo tienen en común las valientes mujeres de este monumental relato: la noble Blanca de Corviu, como el gran amor del Condenado; pero también la juglaresa Salomé; la hija de esparteros, Guisla de Queralt; la italiana Novella Gozzadini –personaje inspirado en la jurista boloñesa nacida en 1209 Bettisia Gozzadini, de quien se dice que fue la primera profesora universitaria de la historia–; o Arabella, la esposa del mayor falsificador de Bolonia, entre otras. Además de valor para embarcarse en peligrosas aventuras de la mano del protagonista, es su capacidad de amar, algo que el autor subraya en escenas de una elocuencia demoledora.
En definitiva, una novela orientada para los amantes de la buena literatura, el Derecho y las novelas históricas rigurosas. Un libro con luces y sombras pero que nos hace descubrir unos de los períodos más gloriosos y combativos en la historia española.
Gracias José Antonio por tu excelente reseña, es un libro que deja unas grandes sensaciones y que se disfruta de principio a fin, en mi caso así fue. Un abrazo
ResponderEliminarHola Álvaro, antes que nada agradecer que te haya gustado la reseña. La verdad, es una novela magistral en todos los sentidos. Saludos y un abrazo.
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