domingo, 17 de abril de 2022

SOBRE EL DUELO. Chimamanda Ngozi Adichie.

Contar y vivir la muerte de un ser querido antes de la pandemia era muy distinto. “Estoy escribiendo sobre mi padre en pasado, y no puedo creer que esté escribiendo sobre mi padre en pasado”. Con esta frase termina el libro.
 
SINPOSIS: En este emotivo y poderoso ensayo, que nace de un artículo publicado en TheNew Yorker, la autora nigeriana pone palabras al inenarrable grado de dolor causado por la repentina muerte de su padre en Nigeria: la crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19 impidió que la autora pudiese salir de Estados Unidos para reunirse con su familia.
En un intento por encontrar consuelo ante la sensación de vacío que la sacudió hasta la médula, Sobre el duelo es una breve pero inteligente y conmovedora crónica autobiográfica de las primeras etapas de la gestión de la pérdida, un revelador examen de la naturaleza del dolor, un tributo al padre que la llamaba «nwoke neli» («la que equivale a muchos hombres») y una profunda reflexión sobre la lengua y las tradiciones igbo.
Este libro se enmarca en la más rabiosa y dolorosa actualidad: la autora escribe desde la certeza de ser sólo una más de entre los millones de personas en duelo, sobre las dimensiones culturales y familiares del mismo y, también, sobre la soledad y la ira inherentes a él. Sobre el duelo es un libro imprescindible para estos momentos. Y, sin embargo, resultará atemporal, duradero, y una adición indispensable al canon de la autora. En el mismo formato que Todos deberíamos ser feministas, el lector lo atesorará y compartirá más que nunca.
 
"Está claro que vivir consiste en hundirse poco a poco” escribía F. Scott Firzgerald en una época de desolación personal.
La escritura es un testimonio y a la vez una forma terapéutica de superar cada momento. A través de ella se recuerda que el tiempo es implacable en su paso, y que los seres humanos, cualquiera que sea su condición, estamos destinados a desaparecer.
Con este ensayo la escritora nigeriana realiza un valiente intento de exorcizar de una manera ordenada su dolor ante una terrible perdida, a la vez que intenta explicar cuáles son los sentimientos ante el comportamiento más primitivo del ser humano, el fallecimiento.
El 10 de junio de 2020 muere su padre, James Nwoye Adichie, de un fallo renal. En plena pandemia mundial, con las fronteras nigerianas cerradas y ella en E.E.U.U.
Este es el contexto del libro más reciente de la reconocida autora, que a diferencia de sus otras es más bien un registro autobiográfico de su proceso de luto. En sus 112 páginas cuenta cómo vive un duelo naturalmente doloroso al que se le suma el contexto pandémico. La importancia del abrazo a ese dolor. De aceptar nuestra vulnerabilidad y sensibilidad ante lo que nos desgarra y duele. De la inmensa tristeza que trae la pérdida y los distintos procesos que comprenden al duelo.
De la importancia de la memoria y el empeño por recordar. Dicen que recordar es vivir, y digo que también es honrar. Chimamanda cuenta cómo se enteró de la noticia, sus primeras reacciones, la organización de sus hermanos en Nigeria para el óbito.
Es un libro desgarrador en su simpleza, un libro terriblemente adecuado para los tiempos lúgubres, cosidos a pérdidas, a enfermedades y a malos augurios que vivimos. Pues la temática es sumamente delicada. Personalmente tengo la desgracia de haber sufrido la pérdida de un ser querido, mi padre en plena pandemia, es un dolor que comparto, me permito suponer que el libro le llagará más profundamente a alguien que sí haya sufrido esta clase de fallecimiento como bien dice el título. La escritora comienza su relato traspasando sus sentimientos a los lectores. La palabra “desaparición” es horrorosa. ¿Cómo puede desaparecer alguien que sigue vivo dentro de mi corazón?
Todo el libro es una gran pregunta, un gran anhelo, una manera hermosa y desgarradora de extrañar los detalles.
“Sobre el duelo” está relatado en primera persona y además es atemporal, puede ser leído en cualquier momento por cualquier persona.
 
Forma parte de un subgénero de la escritura autobiográfica que podríamos nombrar libros de duelo. Es la evocación del ser querido muerto el que los mueve y desde el que debe leerse, pues lo principal de lo contado se circunscribe a la figura de quien ya no está. Habla de la muerte desde los escombros, desde un paisaje en ruinas, desde la insuficiencia crónica de la lengua de duelo.
Apunta la escritora nigeriana más leída en la actualidad, con un destello de simpatía y otra de lucidez, explora las tonalidades y texturas del dolor después de la repentina muerte de su padre durante la pandemia, suceso que le obligó a vivir el duelo desde la distancia. La autora logra desentrañarlo de manera honda, precisa y universal, hay verdad en lo que cuenta.
El libro pasa todas las etapas del duelo, desborda un mar de emociones disgregadas, inentendibles muchas, desordenadas, amargas, profundas, despreciables otras veces.
Un libro pequeñito, pero de tanta fuerza en cada línea, que uno siente y vive todo lo relatado por Chimamanda, por eso escribe diáfano y bello, tan sabio y hondo sin dejar de ser didáctica. Son apuntes a vuela pluma sobre las sobre las sensaciones más perturbadoras y hegemónicas de la perdida personal. Hay palabras que dejan de formar parte de nuestro vocabulario, y otras que comienzan a integrarlo.  Ya que cada luto es irrepetible, lo sé por propia experiencia.
Un aspecto interesante que rescato de este libro y que está alejado de su triste temática, es la información que recibimos de la cultura Igbo, etnia africana a la que Chimamanda y su familia pertenecen, cuenta sus tradiciones funerarias, cerámicas de entierro, un poco de su concepción del mundo y de su idioma. Cultura que les trasmitían sus padres para inculcarles su identidad.
Mordaz, esclarecedora en cuestiones de modernidad, raza, núcleo familiar, pero en el fondo es una historia de nuestro apocalipsis compartido, una mirada constante a la humanidad en el instante de su caída desde una altura enorme. Ninguna novela me había perturbado como “Sobre el duelo”.
 
Una historia que, bajo un aparente halo de sencillez, esconden en su interior un mensaje grande, enorme en ocasiones. Y el libro del que hoy os hablo es uno de ellos. “Sobre el duelo” es una historia sencilla, protagonizada por personajes sencillos. No pasan por sus páginas personajes históricos, detectives o superhéroes de ciencia ficción capaces de convertir es un reclamo al lector por sí mismo, pero según avanza la historia, vemos como los protagonistas se engrandecen de tal manera que no tienen nada que envidiarles a los anteriormente nombrados.
Chimamanda alcanza a esbozar datos autobiográficos de su infancia, como que su padre es profesor de universidad y su madre secretaria en la misma universidad. Nos cuenta la historia de amor perdido en la arena y nutrido en la universidad. Cuenta la historia de su familia sin tapujos, sus padres convertidos en personajes literarios para aproximarse a ellos con libertad, claridad y sabiduría. También encontraréis aquí a unos personajes que enseñan el significado más sincero de la lucha, de la supervivencia, de tener lo mínimo y aún sí ser felices, de la muerte y su incomprensión. Aunque la realidad se atisba por todos los lados. Este libro no es un libro de personajes al uso, si no de personajes que conforman un núcleo familiar.
El pánico que sintió la escritora por la muerte de su padre también lo volcó en todo lo demás: en la sensación de que todo lo malo iba a llegar, que estaba al caer, que una amenaza invisible se acercaba constantemente.
La autora se descubre insegura e inmadura, de hunde en la palabra nunca, se revuelve contra el mundo que sigue adelante, ajeno a su devastación, y se asusta ante el nihilismo que vislumbra en la raíz de su pena. Su culpa también por lo que no hizo, pensando que podría haber cambiado el curso de las cosas, una de las muchas trampas que tiene la desesperación.
 
Llegar al mundo literario de Chumamanda Ngozi Adichie es descubrirse y descubrir un mundo sorprendente. Tal vez la muerte no sea nada, sólo un sueño temporal que se complementa con la frase de Cicerón: “la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos”. Sigamos dando vida a nuestros muertos.
 

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