¡Una
primorosa visión por mí nunca vista!
En
una barca a la deriva y con hora disponible
en
la costa de la tierra de las escocesas
bajo
las sombras de los acantilados, miro
un
tropel de chicos, delgados y gallardos,
que
ríe en un encantador desorden
sabiendo
que no hay miedo ni cuidado alguno,
los
chicos que se bañan en la bahía de San Andrés.
El
hondo azul del agua tan azul cual pueda ser,
rocas
surgiendo altas entre el rojo llamarada de las nubes
muchachos
con el color del marfil
arrostrando
leves olas y buceando en ellas
muchachos
blancos, rubicundos, morenos y desnudos
con
luces y sombras entre el rosa y el gris
y
como perlas el agua en su brillante cabello,
los
chicos que se bañan en la bahía de San Andrés.
Una
noche de verano y un mar de zafiro
una
puesta de sol y un reverberar dorado,
se
arrojan desde lo alto de escabrosas rocas
miembros
maravillosos en el luminoso aire
frescos
como una llama blanca ruborizada y bella
redondos
brazos ágiles en la espumante sal
y
el mar que en todas partes parece vivo con ellos,
los
chicos que se bañan en la bahía de San Andrés.
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