Le
pido a un dios que no conozco
que
me lleve al bosque de las almas
y
del bosque me llega un susurro,
no
sé si el aleteo de los pájaros
o
el aire de los matorrales.
Hablo
a las almas
pero
las almas no hablan.
Reclino
la cabeza en el silencio
y yo
soy en el bosque
el
alma que no supo ser en vida.
Soy
cada día menos
para
ser plenamente.
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