Lavé
las sábanas.
Tendí
las sábanas y las vi
agitarse
y elevarse como gaviotas.
Cuando
estuvieron secas las destendí
y
hundí mi cabeza en ellas.
Todo
el oxígeno de la tierra en ellas.
Todos
los pies de todos los bebés del mundo en ellas.
Todos
los calzones de todos los ángeles del mundo en ellas.
Todos
los besos mañaneros de Filadelfia en ellas.
Todos
los juegos de saltar pintados sobre todas las aceras en ellas.
Todos
los caballitos hechos de tela en ellas.
Así
que esto es la felicidad,
el
viajante.
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