Ilustración Cedric Morris.
Los
pájaros no saben qué hacer con tanto cielo.
Es
sólo un puro azoro el alba
de
una resurrección rasgando su sudario.
El
horizonte ofrece su diadema
y
el menor soplo asciende a numen.
Un
viento aún azul de lejanía
viene
en busca del alma velera de los pájaros
que
estallan sin demora en un motín de alas,
mientras
el cielo empieza a sonar en sus picos
igual
que el mar suena en las caracolas.
Navidad,
crecimiento. Y lo viviente
con
su inmortalidad de cada día.
Los
pájaros no saben qué hacer con tanto cielo.
El
cielo, el cielo, el cielo
proponiendo
el olvido de la tierra
como
los ojos de la amada
proponen el olvido de su
cuerpo.
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