No
quiero
que
los besos se paguen
ni
la sangre se venda
ni
se compre la brisa
ni
se alquile el aliento.
No
quiero
que
el trigo se queme y el pan se escatime.
No
quiero
que
haya frío en las casas,
que
haya miedo en las calles,
que
haya rabia en los ojos.
No
quiero
que
en los labios se encierren mentiras,
que
en las arcas se encierren millones,
que
en la cárcel se encierre a los buenos.
No
quiero
que
el labriego trabaje sin agua
que
el marino navegue sin brújula,
que
en la fábrica no haya azucenas,
que
en la mina no vean la aurora,
que
en la escuela no ría el maestro.
No
quiero
que
las madres no tengan perfumes,
que
las mozas no tengan amores,
que
los padres no tengan tabaco,
que
a los niños les pongan los Reyes
camisetas
de punto y cuadernos.
No
quiero
que
la tierra se parta en porciones,
que
en el mar se establezcan dominios,
que
en el aire se agiten banderas
que
en los trajes se pongan señales.
No
quiero
que
mi hijo desfile,
que
los hijos de madre desfilen
con
fusil y con muerte en el hombro;
que
jamás se disparen fusiles
que
jamás se fabriquen fusiles.
No
quiero
que
me manden Fulano y Mengano,
que
me fisgue el vecino de enfrente,
que
me pongan carteles y sellos
que
decreten lo que es poesía.
No
quiero amar en secreto,
llorar
en secreto
cantar
en secreto.
No
quiero
que
me tapen la boca
cuando
digo NO QUIERO…
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