Ilustración autor desconocido.
Tal
vez pierda, como pretendes, mi sustento.
Tal
vez haya de poner a la venta mis ropas y mis muebles.
Tal
vez tenga que trabajar como cantero,
como
mozo de cuerda
o
barrendero.
Tal
vez sirva en los vertederos de las fábricas.
Tal
vez por los corrales busque granos.
Tal
vez vaya apagándome, famélico y desnudo.
¡Enemigo
del sol!
Mas
no transigiré.
Resistiré
hasta
el último pulso de mis venas.
Tal
vez me puedas arrancar hasta el último palmo de mis
tierras.
Tal
vez mi mocedad alimente la cárcel.
Tal
vez robes la herencia de mi abuelo: los muebles,
las
vajillas,
y
los cántaros.
Tal
vez quemes mis versos y mis labios.
Tal
vez mi carne arrojes a los perros.
Tal
vez en nuestra aldea permanezcas
como
una espantosa pesadilla.
¡Enemigo
del sol!
Mas
no transigiré.
Resistiré
hasta
el último pulso de mis venas.
Tal
vez apagues la antorcha de mi noche.
Tal
vez me falte el beso de mi madre.
Tal
vez insulte un niño, y una niña,
a
mi pueblo y mi padre.
Tal
vez mi historia la falsee un cobarde,
y
transforma en arañas mis corderos.
Tal
vez dejes privados a mis hijos de su traje y fiesta.
Tal
vez a mis amigos les engañes con una rostro prestado.
Tal
vez alces, rodeándome
muros,
muros, y muros.
Y
tal vez contra viles visiones crucifiques mis días.
¡Enemigo
del sol!
Mas
no transigiré.
Resistiré
hasta
el último pulso de mis venas.
¡Enemigo
del sol!
Los
puertos se engalanan, y hay presagios de albricias,
albórbolas
y fiestas,
clamores
y bullicio,
heroicos
himnos brillas en las gargantas.
Y
allá, en el horizonte,
desafía
una vela al viento y el oleaje,
atraviesa
los riesgos.
Es
la vuelta de Ulises
desde
el Mar tenebroso.
Es
la vuelta del sol, de mi hombre emigrado.
Y
juro por los ojos de los dos
que
no transigiré.
Que
hasta el último pulso de mis venas,
resistiré.
¡Enemigo
del sol!
¡Resistiré!
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