”Si a los tres años no he vuelto” es uno de los libros más duros, estremecedores y auténticos que he leído en mucho tiempo. Desde la primera página sientes que la historia en la que te vas a sumergir Ana R. Cañil tiene tanta fuerza como el carácter de su protagonista, Jimena Bartolomé, y que vas a sufrir y mucho leyendo los terribles hechos que cuenta. Aún así, su lectura, una vez que pasas esa primera página, es inevitable y te atrapa de tal forma que la única escapatoria es seguir leyendo… hasta el final.
Esta novela es la historia de dos mujeres en los desgarradores años que sucedieron a la Guerra Civil
Española. O más que su historia, es el relato de sus encontronazos.
SINOPSIS: Hace ya un tiempo, la periodista Ana R. Cañil empezó a seguirle la pista a una terrible historia: la de las prisioneras de la posguerra cuyos hijos les fueron arrebatados por sus carceleros para internarlos en seminarios y conventos o darlos en adopción. Un práctica cruel que encontraba su ¿justificación? en teorías pseudocientíficas, propias de los regímenes totalitarios y defendidas sin fisuras por médicos, religiosos y legisladores de renombre de la época.
Aquí había materia para un magnífico ensayo. Pero la autora no pudo evitar un acercamiento emocional,
como el que ya emprendió en La mujer del maquis, aunque, en este caso, con mucha más ambición narrativa. El resultado de su esfuerzo es una novela imposible de soltar, no sólo por el hecho terrible que denuncia, sino por la manera en que ese hecho se encarna en dos antagonistas inolvidables: Jimena Bartolomé, la joven esposa de un comunista, y María Topete, la directora de la cárcel de mujeres de Ventas.
La historia fluye a buen ritmo desde el principio. La primera parte se centra en relatarnos la vida de Jimena Bartolomé, a través de sus ojos, desde que conoce a su marido hasta que él huye del país y ella es llevada a la cárcel de Ventas. La segunda parte rompe totalmente con lo anterior y nos presenta a otro personaje con carácter y fuerza: María Topete. Una mujer criada entre aristócratas, proveniente de una familia venida a menos que, por devenires de la vida, termina siendo directora de la prisión donde ingresa Jimena. Entramos en el mundo de la represión, del odio sin sentido, de las contradicciones, la desesperación, pero también de la fortaleza, de amistad y del compañerismo de aquellos que están unidos por la desgracia. Dos historias que terminan convergiendo en una sola. Todo ello aderezado por hechos y personajes históricos reales -La Pasionaria y las 13 Rosas-. Sencillamente espectacular.
Un tema trágico y de la actualidad en los medios de comunicación son los casos de robos de niños. En esta novela un capítulo destacable que nos hace reflexionar, sin llegar a entender ni a comprender, el motivo por el cual sucedían estos hechos injustificables en las cárceles de posguerra. Víctimas pobres y excluidas socialmente en condiciones inhumanas que acabaron con sus de vidas en las cárceles españolas de mujeres una vez acabada la guerra.
Es un libro de luchas, no sólo por el amor, sino que cada personajes, lucha para superar sus miedos, sus límites, lucha por la vida, por conseguir sus metas, aunque eso suponga la aniquilación de quienes están por debajo, y aunque nos puede parecer terrible, no es algo ajeno a nuestra sociedad actual. Son las dos caras de una misma moneda: el ser humano.
El libro está escrito con un ritmo narrativo que engancha sin decaer en la historia, una excelente ambientación aliñada por el uso del lenguaje propio de la época, tanto expresiones como vocabulario que añaden el toque de credibilidad necesario logrando que el lector se involucre emocionalmente en la historia. En el que el punto de vista no es el de un solo bando, permaneciendo la autora neutral ,siempre por boca de los protagonistas juzgando las atrocidades que se cometieron en un lado y en el otro deseando saber cómo terminará este enfrentamiento de crueldad que estuvo presente continuamente durante la guerra y después de la guerra tanto zona republicana como en zona nacional.
Ana R. Cañil en el libro “Si a los tres años no he vuelto” nos hace un reconocimiento sin sensacionalismos al dolor insano e insensato que se provocó en aquellos años sobre civiles inocentes, cuyo único delito -en muchos casos- fue el de amar a hombres del bando vencido.
Ana R. Cañil en el libro “Si a los tres años no he vuelto” nos hace un reconocimiento sin sensacionalismos al dolor insano e insensato que se provocó en aquellos años sobre civiles inocentes, cuyo único delito -en muchos casos- fue el de amar a hombres del bando vencido.
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