¡Oh,
famoso caballero,
el
de la Triste Figura!,
ha
reído el mundo entero
tu
locura.
Sin
pensar que en el abismo,
término
de las edades,
locuras
y vanidades
son
lo mismo.
Que
por diversos engaños,
cubiertos
con altos nombres,
van
a matarse los hombres
en
rebaños.
Y
en aventuras andantes,
piensan
por encantamento
que
los molinos de viento
son
gigantes.
Se
ríen de que trastornes
lo
real en tus empresas;
se
olvidan de las princesas
maritornes.
De
que siempre habrá quien fíe
en
la bella Altisidora,
si
de amor dice que llora
cuando
ríe.
Y
que, triste o venturoso,
es
el amador, quien crea
para
amar, su Dulcinea
del
Toboso.
Se
liberta a galeotes,
se
combate con yangüeses,
se
dan tajos y reveses
por
azotes.
Y
en los mundos del ensueño
se
va a ciegas y al acaso,
sustituyendo
a Pegaso,
Clavileño.
Y
ni fieras ni titanes
habrá
que la marcha impidan,
¡del
mismo a quien intimidan
los
batanes!
¡Oh,
famoso caballero,
el
de la Triste Figura!,
ha
reído el mundo entero
tu
locura.
Sin
mirar que en el abismo,
término
de las edades,
todas
nuestras vanidades
son
lo mismo.
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