Hace
tiempo que los estrategas del Premio Planeta tienen el perfil del ticket
ganador susceptible de atraer a más lectores: un escritor más o menos
reconocido en lo literario; que la temática de la obra sea recurrente de generar
cierta controversia social y a poder ser que ya estén en la casa. Este año le
ha tocado a la escritora albaceteña Alicia Giménez Bartlett ganadora del 64º
Premio Planeta de Novela, con el título “Hombres
desnudos.”
SINOPSIS: Alicia Giménez
Bartlett nos ofrece una gran novela que no dejará indiferente a nadie. Nadie
puede imaginar hasta qué punto los tiempos convulsos son capaces de
convertirnos en quienes ni siquiera imaginamos que podríamos llegar a ser.
Hombres desnudos es una novela sobre el presente que estamos viviendo, donde
hombres treintañeros pierden su trabajo y pueden acabar haciendo estriptis en
un club, y donde cada vez más mujeres priman su carrera profesional sobre
cualquier compromiso sentimental o familiar. En esta historia, esos hombres y
esas mujeres entran en contacto y en colisión, y lo harán con unas
consecuencias imprevisibles. Sexo, amistad, inocencia y maldad en una
combinación tan armónica como desasosegante.
La
historia de unos personajes a la deriva en un mundo que no ofrece respiro y en
el que lo roles se entremezclan, se funden y chocan en un cataclismo
irreversible. una novela polifónica en la que todos los personajes (con sus
miedos, sus prejuicios, debilidades y mentiras) hablan en primera persona a
través de monólogos interiores, de soliloquios que se entrelazan con diálogos,
una herramienta literaria que ofrece al lector una visión omnisciente de la
realidad que se retrata.
“Hombres
desnudos”
se presenta como una novela actual que analiza las implicaciones de la crisis,
tanto económica como moral. Esta es una novela que bebe directamente de la situación
actual, que indaga en ambientes que se agazapan en el borde de la legalidad, de
lo socialmente aceptado. Ese es el telón de fondo tras el que se oculta la
autora para hablar de sexo, amistad, maldad, cambio de roles, ingenuidad y de
los nuevos disfraces sociales que surgen en tiempo de cambios como este.
La
peculiaridad de esta novela es que no tiene un narrador, sino tantos como
personajes intervienen en la novela, porque mezclado con los diálogos y la
acción, entraremos en la mente de los protagonistas para saber qué piensan y
qué sienten en cada momento accediendo al lector por sí mismos.
Un recurso utilizado en el teatro clásico, que
la autora ha puesto de manifiesto en la novela, es que pasa de un protagonista
a otro sin transición, de una línea a la siguiente, sin separación de capítulos
aunque sí con algunas pausas.
Así,
con la narrativa ágil, limpia y de gran realismo que caracteriza a la autora, a
través de dos tramas paralelas que terminan convergiendo y haciendo disfrutar
de una novela dotada de un buen montaje. Con un lenguaje dinámico y concreto
que es base de los monólogos de los personajes; unas profundas reflexiones
sobre las segundas oportunidades, el amor maduro, la libertad, la amistad, los
prejuicios, la educación, la censura moral y el miedo al qué dirán.
Que
va desnudando, más que los cuerpos, las almas de los protagonistas, con sus
cosas positivas y su lado negativo. Un lado negativo mucho mayor del que a
primera vista podría suponerse cuando comenzaba a leer la novela. El texto nos
lo recuerda en más de una ocasión: un puto no es un gigoló. El submundo de los
“chicos de alterne” queda perfectamente reflejado y con él juega el título del
libro.
La
novela me ha sorprendido gratamente por el tema que trata tan directamente: la
prostitución masculina. Pero sobre todo la situación actual de una sociedad que
parece haber conquistado (con algunos puntos pendientes) la igualdad entre
géneros, pero que a cambio vive un momento de desorientación, tanto de hombres
como de mujeres.
Y
eso es lo que hace que te atrape de verdad su argumento.
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