domingo, 3 de enero de 2016

HOMBRES DESNUDOS. Alicia Giménez Bartlett.



Hace tiempo que los estrategas del Premio Planeta tienen el perfil del ticket ganador susceptible de atraer a más lectores: un escritor más o menos reconocido en lo literario; que la temática de la obra sea recurrente de generar cierta controversia social y a poder ser que ya estén en la casa. Este año le ha tocado a la escritora albaceteña Alicia Giménez Bartlett ganadora del 64º Premio Planeta de Novela, con el título “Hombres desnudos.”

SINOPSIS: Alicia Giménez Bartlett nos ofrece una gran novela que no dejará indiferente a nadie. Nadie puede imaginar hasta qué punto los tiempos convulsos son capaces de convertirnos en quienes ni siquiera imaginamos que podríamos llegar a ser. Hombres desnudos es una novela sobre el presente que estamos viviendo, donde hombres treintañeros pierden su trabajo y pueden acabar haciendo estriptis en un club, y donde cada vez más mujeres priman su carrera profesional sobre cualquier compromiso sentimental o familiar. En esta historia, esos hombres y esas mujeres entran en contacto y en colisión, y lo harán con unas consecuencias imprevisibles. Sexo, amistad, inocencia y maldad en una combinación tan armónica como desasosegante.
La historia de unos personajes a la deriva en un mundo que no ofrece respiro y en el que lo roles se entremezclan, se funden y chocan en un cataclismo irreversible. una novela polifónica en la que todos los personajes (con sus miedos, sus prejuicios, debilidades y mentiras) hablan en primera persona a través de monólogos interiores, de soliloquios que se entrelazan con diálogos, una herramienta literaria que ofrece al lector una visión omnisciente de la realidad que se retrata.

“Hombres desnudos” se presenta como una novela actual que analiza las implicaciones de la crisis, tanto económica como moral. Esta es una novela que bebe directamente de la situación actual, que indaga en ambientes que se agazapan en el borde de la legalidad, de lo socialmente aceptado. Ese es el telón de fondo tras el que se oculta la autora para hablar de sexo, amistad, maldad, cambio de roles, ingenuidad y de los nuevos disfraces sociales que surgen en tiempo de cambios como este.

La peculiaridad de esta novela es que no tiene un narrador, sino tantos como personajes intervienen en la novela, porque mezclado con los diálogos y la acción, entraremos en la mente de los protagonistas para saber qué piensan y qué sienten en cada momento accediendo al lector por sí mismos.
 Un recurso utilizado en el teatro clásico, que la autora ha puesto de manifiesto en la novela, es que pasa de un protagonista a otro sin transición, de una línea a la siguiente, sin separación de capítulos aunque sí con algunas pausas.

Así, con la narrativa ágil, limpia y de gran realismo que caracteriza a la autora, a través de dos tramas paralelas que terminan convergiendo y haciendo disfrutar de una novela dotada de un buen montaje. Con un lenguaje dinámico y concreto que es base de los monólogos de los personajes; unas profundas reflexiones sobre las segundas oportunidades, el amor maduro, la libertad, la amistad, los prejuicios, la educación, la censura moral y el miedo al qué dirán.
Que va desnudando, más que los cuerpos, las almas de los protagonistas, con sus cosas positivas y su lado negativo. Un lado negativo mucho mayor del que a primera vista podría suponerse cuando comenzaba a leer la novela. El texto nos lo recuerda en más de una ocasión: un puto no es un gigoló. El submundo de los “chicos de alterne” queda perfectamente reflejado y con él juega el título del libro.
           
La novela me ha sorprendido gratamente por el tema que trata tan directamente: la prostitución masculina. Pero sobre todo la situación actual de una sociedad que parece haber conquistado (con algunos puntos pendientes) la igualdad entre géneros, pero que a cambio vive un momento de desorientación, tanto de hombres como de mujeres. 
Y eso es lo que hace que te atrape de verdad su argumento.

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