Ven,
Año Nuevo, y sobre Europa ondea
la
blanca enseña de la paz bendita:
del
fiero encono, que a la lucha excita,
no
más el mundo los horrores vea.
Caiga
extinguida la incendiaria tea
que
alza soberbia la ambición maldita,
y
únanse pueblos, que el rencor agita,
con
lazo fraternal que eterno sea.
Gime
la tierra de la sangre al riego
bajo
el tronante vendaval de fuego
que
extermina a los míseros humanos.
Ven,
y recuerda al hombre empedernido
la
palabra de Dios, que está en olvido;
su
palabra de amor: Todos hermanos .
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