-Canción popular-
Para
arrullar al Amor,
desveladito
y al hielo,
tocando
están los pastores
pastoriles
instrumentos.
¡Qué
suaves, qué sonoros,
qué
apacibles y qué tiernos!
Y
dice un zagal:
-¡Ta,
ta, ta,
que
el Niño Dios durmiéndose va!
Y
canta un pastor:
-¡Ro,
ro, ro,
que
dormido se queda mi Amor!
Del
viento blando
herido
el laurel, sus hojas suspiran:
-¡Ce,
ce, ce,
que
se queda dormido mi Bien!
-¡Ta,
ta, ta,
que
el Niño Dios durmiéndose va!
-¡Ro,
ro, ro,
que
dormido se queda mi Amor!
-¡Ce,
ce, ce,
que
se queda dormido mi Bien!
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