Basta ya a la violencia de género. Todas las voces y todas las palabras contra la brutalidad machista. Después de la agresión, nada hay más doloroso que el silencio.
Cuando
el diseñador pensó en las manos
de
mujeres y de hombres
no
las vio diferentes:
tan
solo creó manos con cinco dedos,
una
palma y un dorso dotadas por igual
para
recorrer juntas esa distancia corta que hay entre los amantes
y
las otras distancias que permiten
relación
con las cosas.
Cuando
el diseñador pensó en las manos
de
hombres y de mujeres
creyó
que palma a palma habrían de juntarse
cuando
el amor viniera a convocarlas
y
deseó poner en cada una
toda
la suavidad que había dado
al
aleteo de las mariposas.
Cuando
el diseñador pensó en las manos
no
imaginó la fuerza del dominio
ni
de los rayos de ira que mutan voluntades
ni
en la convocatoria irracional que lleva manos de hombre
a
trazar trayectorias de golpes y de armas.
Y
el aleteo de las mariposas
que
había deseado el buen diseñador para todas las manos
se
convirtió en pétalos de las rosas sangrantes
que
vierten tantas veces la carne de mujer
convertida
en un cáliz de amarguras.
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