Querido
suelo, perdón por el desaire,
pensé
que solo eras la base
para
los personajes protagonistas: las plantas,
los
animales y los animales humanos.
Es
como si hubiese amado solamente las estrellas
y
no el cielo que les proporcionó espacio
donde
brillar. Sutil, variado,
sensible,
eres la piel de nuestra tierra,
eres
nuestra democracia. Cuando comprendí
que
no te había rendido los mismos honores
que
a otro ser vivo, sentí vergüenza de mí misma,
como
si no hubiera reconocido
a
un personaje que parecía tan diferente de mí,
y
ahora me doy cuenta de que todos estamos hechos
de
las mismas materias básicas
—los
primos de aquella primera explosión de la nada—
todos
juntos en nuestra intrincada ecuación. Oh, suelo,
ayúdanos
a encontrar maneras de servirte en la vida,
tú,
que nos has parido y nos has alimentado
y
que al final nos habrás de acoger
para
rotar juntos, tambaleándonos.
Para
girar en la misma órbita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario